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Los 10 principios de Milei, un puente político para transitar el momento más agudo del ajuste

Sobre el cierre de su discurso de apertura del año legislativo, Javier Milei lanzó la propuesta para firmar en mayo con gobernadores y legislados «Los Diez principios del Nuevo Orden Argentino».

El Presidente puso así sobre la mesa la discusión de un conjunto de principios de carácter fundacional para una Argentina que atraviesa una de las crisis más profundas de su historia.

Inembargabilidad de la propiedad, equilibrio fiscal innegociable, limitar el gasto público a 25% del PBI; una reforma tributaria para reducir la presión impositiva, otra laboral para favorecer el trabajo formal; discutir la coparticipación; reforma previsional para posibilitar la jubilación privada; una reforma política; un compromiso con las provincias para avanzar en la explotación de los recursos naturales y la apertura al comercio internacional constituyen el núcleo de la iniciativa lanzada por Milei.

Pero en el corto plazo, y en lo efectivo en materia económica, la definición de que «la lucha contra el déficit fiscal es la madre de todas las batallas» se consolida como el núcleo de la gestión de Milei-Caputo.

Y se complementa con dos conceptos presidenciales referidos al reconocimiento de que el grueso del superávit fiscal de enero tuvo como base la licuación (por el salto inflacionario se licuó el poder de compra de las jubilaciones, los salarios y los depósitos en pesos) y algo de «motosierra» sobre la «casta».

Milei durante la apertura de Sesiones Ordinarias en el Congreso. / SenadoMilei durante la apertura de Sesiones Ordinarias en el Congreso. / SenadoUna pregunta clave en estos días es cómo seguirá el ajuste fiscal, ya que según el cálculo del IARAF «la recaudación tributaria nacional del primer bimestre habría disminuido un 7% interanual real».

Las dudas en torno a la sostenibilidad del ajuste en las cuentas públicas se mantendrá teniendo en cuenta que el poder de esmerilar el gasto público de la licuación va perdiendo fuerza.

Con sus 10 puntos, el Presidente Milei intenta construir un puente político para transitar lo que consideró el período más difícil del ajuste.

Entre marzo y mayo, el Gobierno deberá demostrar que puede bajar la inflación mensual a un dígito, a la vez que presentarle a los exportadores un tipo de cambio real interesante para que liquiden el maíz y la soja.

Teniendo en cuenta, además, que la tonelada de soja cotiza levemente por encima de los US$ 400 cuando hace un año estaba arriba de los US$ 500.

El sendero es estrecho: el dólar quieto le ayudaría a tranquilizar el índice del costo de vida, pero no a alentar las exportaciones.

Además, surge ahora con claridad una restricción importante para la recuperación de la economía a corto plazo, que se fue gestando desde hace tiempo, y está dada por la creciente exposición de la cartera de los bancos al sector público.

Dos informes, uno de Abeceb de Dante Sica y otro de Quantum de Daniel Marx ponen el foco sobre el problema.

Abeceb dice que «la coyuntura exhibe una restricción que va a actuar como un peso muerto en la recuperación: prácticamente la totalidad de la oferta de depósitos de los bancos está colocada en deuda pública y no hay crédito ni para financiar el capital de trabajo ni para alimentar la demanda de bienes durables y las inversiones».

A ese resultado se llegó después de años, como lo señala Quantum, al sostener que «entre finales de 2019 y de 2023 los préstamos totales al sector privado «cayeron 37% en términos reales (los de pesos un 27% y los de dólares 66%) mientras que la exposición al sector público subió un 113%».

Con las carteras de los bancos llenas de bonos del Estado (Leliqs, pases, letras con puts del Central, letras del Tesoro, etc.) es difícil pensar en un salto en el nivel de actividad en forma de «V»(toca un piso y sale rápido para arriba).

De la comparación regional surge que mientras que en la Argentina los préstamos al sector privado representan 6% del PBI, en Uruguay llegan al 26% y en Chile y Brasil al 83% y 72% respectivamente.

Claro que crédito es confianza y la estrategia del presidente Milei para generarla es muy polémica: pone proa en lograr equilibrio en las cuentas públicas pero, simultáneamente, juega con alimentar un tembladeral en materia política.

Gita Gopinath, la subdirectora gerente del FMI que visitó la Argentina y se reunió con el presidente Milei y el ministro Luis Caputo, destacó el progreso inicial del Gobierno en restaurar la estabilidad macroeconómica, pero sugirió «proceder de forma pragmática para asegurar apoyo social y político lo que es fundamental para garantizar la durabilidad y eficacia de las reformas».

Probablemente el Presidente y el ministro le podrían contestar con la suba de los bonos en dólares (de US$ 25 saltaron a US$ 45 en cuestión de semanas, o con la baja del dólar blue que, de la mano de una potente escasez de pesos, está en $ 1.050 cuando en enero había tocado $ 1.255.

Y eso es confianza más allá de las dudas que persisten sobre la sostenibilidad del superávit fiscal de enero (no ocurría desde 2012) que fue producto de una caída de 39,1% del gasto «acompañada de una recaudación que se mantuvo constante en términos reales», según Abeceb.

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