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Cuando la pelea entre un vice y un presidente complicó a un ministro de Economía

-Stanley, Köhler nos pregunta y nos dice que devaluemos y salgamos de la convertibilidad, ¿vos tenés la fórmula de cómo se hace eso?

-Ni idea, José Luis. No sabemos cómo.

El diálogo ocurrió en octubre de 2000 entre José Luis Machinea y Stanley Fischer, el ministro de Economía de la Argentina y el número dos del Fondo Monetario. Estaban reunidos en Washington semanas después de que el vicepresidente del gobierno argentino, Carlos “Chacho” Álvarez, golpeara la puerta y renunciara a su cargo diciendo que senadores oficialistas habían participado de un acto de corrupción para aprobar un proyecto de reforma laboral en el Congreso.

El mercado leyó con preocupación la salida del vicepresidente porque sin poder político el Gobierno no sería capaz de llevar adelante reformas que, se creía, dinamizarían una economía anémica, en recesión y con una moneda apreciada que le quitaba competitividad a su sector exportador para generar dólares, y reforzar las reservas (algo clave en un esquema de convertibilidad dolarizadora). Por lo tanto, la agenda en aquel momento era abaratar la estructura de costos de las empresas, y el capítulo laboral era importante entre las reformas estructurales. Pero además, y dato no menor, se trataba de una de las condiciones exigidas por el FMI para liberar un desembolso por US$7.400 millones.

Dos semanas antes de la salida de Álvarez, en la Asamblea del FMI en Praga, el director del FMI,Hörst Köhler, le preguntó a Machinea sobre el futuro de la convertibilidad.

-¿Qué piensan hacer? Todos me dicen que Argentina tiene que devaluar.

Machinea no respondió.

Cuando a los pocos días, ya de vuelta en Buenos Aires, el vicepresidente renunció, los views de los inversores como Goldman Sachs o Lehman Brothers, que tenían bonos argentinos en su poder, empezaron a cambiar y se encendieron las alarmas del equipo económico. El riesgo país aumentó 200 puntos básicos en dos semanas y llegó a la zona de los 800. “Aquello fue el principio del fin”, recuerda el economista y analista Alberto Ades, entonces de Goldman.

Daniel Marx, que era el secretario de Finanzas, conversó a la mañana siguiente desde su despacho de Economía con el Tesoro de Estados Unidos sobre lo que en unos meses más tarde se conocería con el término de blindaje: una ayuda financiera de casi US$40.000 millones repartidos entre aportes de bancos, inversores privados, por un lado, y el FMI más otros organismos internacionales, por el otro, y que Machinea anunciaría para respaldar que Argentina sostendría a rajatabla la paridad $ 1 = 1 US$ y no se iba a devaluar.

Pero las dudas del mercado y la incertidumbre sobre la capacidad del Gobierno de sostener la convertibilidad en verdad venían de antes de la renuncia de Álvarez. Incluso también de peleas entre un presidente y su vice condicionando, como le pasó a Machinea, el trabajo del Ministerio de Economía. Es que Duhalde, el vice de Carlos Menem que quería ser presidente y se presentó en las elecciones de 1999 (y que perdería contra De la Rúa) había dicho que la convertibilidad estaba agotada y había que salir. Después relativizó sus dichos porque se dio cuenta de que el mercado no lo había tomado bien. Pero no había dudas de que era lo que pensaba, como también su referente económico, Jorge Remes Lenicov. Nota al pie de página: Duhalde, cuando asumió la presidencia argentina luego de la crisis que llegaría a fines de 2001, dictaría la salida del 1 a 1 y Remes la ejecutaría.

Pero volviendo a la época de Menem-Duhalde y sus enfrentamientos, el ministro de Economía de Menem, Roque Fernández, tuvo que hacer una gira por el extranjero con los principales referentes económicos de los candidatos en las elecciones de 1999 (entre ellos Machinea y Remes), explicando que iban a mantener la convertibilidad.

Machinea fue afectado por la salida de Álvarez y la crisis política de la Alianza. No solo porque se aceleraron los tiempos de la ingeniera financiera que necesitaba para respaldar las reservas y el 1 a 1 que derivarían en el blindaje, sino porque también eso alteraría la dinámica del propio equipo económico que estaba en Economía en aquel momento. El vicepresidente venía del Frepaso (uno de los partidos políticos que conformaba la Alianza que gobernó entre 1999 y 2001), y sin él a su lado De la Rúa tenía menos compromiso para sostener a Machinea, quien actuaba como nexo entre la UCR y el propio Frepaso. Machinea era hombre de confianza del líder de la UCR, Raúl Alfonsín, con quien había trabajado en su gobierno hasta 1989.

Entre la renuncia de Álvarez y el anuncio del blindaje pasaron solo 73 días. Y al poco tiempo la salida de Machinea. Las peleas entre los presidentes y los vices pueden dañar.

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