La actualización de las tarifas de los servicios públicos y la caída del salario real en los últimos meses, vino a revolucionar el presupuesto de los hogares. En el caso de los precios de la electricidad, un estudio de la UADE concluyó que, en febrero de este año, el gasto en este servicio representó el 3,45% de un sueldo promedio desestacionalizado del sector formal. Este valor fue el más alto de los últimos 30 años.
Según el estudio, “en la Argentina, los constantes cambios en las políticas aplicadas sobre los servicios públicos que fueron desde subsidios exagerados acumulados durante periodos prolongados a recomposiciones abruptas de los precios, no permite encontrar un nivel de tarifas estables en el mediano plazo”.
Con todo, se detalló que “a nivel mundial, y dentro de América del Sur, la tarifa de electricidad de Argentina se encuentra relativamente barata. El costo es de US$ 0,11 por kWh (hasta el año pasado, en marzo, la misma tarifa era de 0,04 centavos de dólar) y de US$ 27,5 si se considera la canasta básica de 250 kWh. El valor promedio de esta misma canasta en todo el mundo es de US$ 42,5 (USD 0,17 por kWh), con lo cual la canasta argentina es US$ 15 más barata”.
Entre sus conclusiones, el informe elaborado por el Instituto de Economía de la UADE reconoce que “a pesar de que es necesario una corrección tarifaria de los servicios públicos, los nuevos valores impactan dentro del gasto de los hogares”. En especial porque “el poder adquisitivo de los argentinos viene en caída, presionando aún más sobre este fenómeno.
En marzo de este año, la tarifa de electricidad representó el 21% de la canasta básica total (CBT) que mide el INDEC. Tan solo dos meses antes, en enero, la misma tarifa equivalía al 10% de la CBT. A pesar de estos aumentos, la tarifa de electricidad en Argentina sigue siendo de las más baratas del mundo.
Quizá por estas razones y para mitigar el impacto en una tasa de inflación gradualmente en baja es que el Gobierno decidió postergar los aumentos de tarifas ya planificados, para distribuirlos en el tiempo.
El Gobierno piensa destinar los subsidios solamente a los hogares que gasten en energía más del 10% de sus ingresos, y cubrirá la diferencia respecto a ese 10%. La Canasta Básica Energética (CBE) recién podría estar operativa en junio o julio. Las canastas se compondrán suponiendo un consumo racional y eficiente de energía eléctrica y gas natural por red de cada hogar en función de la cantidad de convivientes, la región bioclimática en la que estén ubicados y cada mes del año.
Como contexto, el estudio explicó que «debido a las distintas políticas que se han aplicado en los últimos 30 años sobre los servicios públicos en Argentina, las tarifas que se abonan han oscilado constantemente en torno a las discusiones de aquellos que proponen un esquema de subsidios para abaratarlas y los que proponen sincerar su costo para no caer en gastos desmedidos de las cuentas públicas.»
«Durante los primeros años de este siglo, post crisis de 2001, se aplicaron políticas de subsidios como respuesta a la caída de los ingresos de los argentinos. Con el paso de los años, Argentina comenzó una recuperación económica, pero, sin embargo, el esquema de subsidios a las tarifas no se modificó. Se “pisaron” los precios durante años, generando valores ficticios, totalmente alejados de los que surgirían si se consideran la estructura de costo de las empresas que brindan el servicio», explicó el informe.
«Evidentemente, en esos años es cuando el gasto de los hogares en electricidad tuvo su peso mínimo dentro de los ingresos. Sin embargo, la aplicación de esas políticas generó un atraso tarifario a nivel nacional que provocó dificultades en las empresas que están a cargo del servicio. Además, se destinó una importante magnitud del gasto público a los subsidios de los servicios que fue creciendo año a año y compone, en la actualidad, una parte significativa del déficit fiscal del estado argentino». Los subsidios a la energía representaban el 8,6% de los gastos primarios en el primer trimestre de 2023, mientras que en el mismo periodo de este año representaron el 4,4%.
En 2016 hubo gestiones que aplicaron políticas para solucionar estos problemas, pero no fueron bien recibidas por los consumidores. Luego a partir de 2020, se implementó una política de subsidios que piso la tarifas nuevamente.
«De este modo, llegamos a la actualidad, donde las políticas de la nueva gestión buscan reacomodar los precios de las tarifas. Los nuevos aumentos en los últimos meses han duplicado el porcentaje de ingresos que deben destinar los ciudadanos para pagar las tarifas de luz, y aún se esperan nuevos aumentos en los próximos meses. Quizás aquí sea que se encuentre la mayor problemática: los aumentos en todos los servicios públicos de la economía argentina hacen que los ciudadanos deban destinar cada vez más recursos a las tarifas, a la vez que el poder adquisitivo de los salarios es cada vez más bajo».
En conclusión, según la UADE la tarifa de electricidad en Argentina se ha encarecido significativamente luego de los aumentos que dispuso el gobierno nacional. Estas medidas tuvieron como resultado la tarifa de electricidad más cara de los últimos 30 años. Sin embargo, si se compara esta misma tarifa a nivel mundial y dentro de América del Sur, el valor de la energía eléctrica para el consumo del hogar sigue siendo relativamente barato en dólares, concluyó el estudio.