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La provincia propicia una salida local para la continuidad del Barco Ciudad de Rosario

El Barco Ciudad de Rosario, mítica embarcación que caracterizó los paseos turísticos por las islas durante más de 50 años, está a la venta. Y con ello se abre un abanico de opciones para su futuro. La pandemia y la bajante histórica dejaron a sus dueños sin recursos para explotarlo y la búsqueda de interesados abrió la polémica. ¿Quedará en manos de un interesado correntino o de una empresa paraguaya? ¿Hay otras opciones para que permanezca amarrado en la zona?. Para la secretaria de Turismo santafesina Marcela Aeberhard “el Estado provincial no puede destinar fondos públicos para reparar o sostener un bien privado”, pero se mostró abierta a “ofrecer primero a los actores locales y asociar esfuerzos del sector privado”.

Icono del río rosarino, emblema de la navegación regional, el Ciudad de Rosario fue la primera embarcación hecha casi desde cero en la ciudad en 1971. Ahora bien, a más de 50 años de sus primeros recorridos, su destino la llevó a estar anclada frente al centro rosarino, en la isla El Charigüé, aguardando alguna señal para reactivarse. El emblema del turismo rosarino ahora tiene nuevo destino de reconversión: un comprador correntino y otro paraguayo mostraron interés por llevársela de la ribera rosarina. Todo ello, en medio de varios proyectos que intentan sumar esfuerzos públicos y privados para ponerla a trabajar nuevamente al servicio de la ciudad.

“Cuando vino el Covid-19 me dediqué a pagar sueldos a los 12 empleados que teníamos, luego no pudimos trabajar por la bajante y encima nos habían autorizado un cupo del 40 por ciento de los 335 pasajeros. No salvamos ni los costos”, había revelado Haydée Oficialdegui, hija de Raúl, creador de la emblemática embarcación.

La nave necesita una revisión obligatoria en tierra que cuesta alrededor de 45 mil dólares, monto imposible de afrontar para su propietaria. “El barco es de acá, y debería quedarse acá, pero yo no puedo sola. No me queda otra, con todo el dolor del alma”, dijo la mujer de 70 años con desconsuelo. Su desafectación se da en un contexto en el que se licitó la puesta a punto de los muelles de la Terminal La Fluvial para la llegada de cruceros y buques de calado que puedan atraer a Rosario turismo nacional e internacional. Y en paralelo con varios proyectos impulsados en el Concejo Municipal para encontrar herramientas para reactivación del tradicional barco.

Leer más: Terminal Fluvial: la recuperación de los muelles permitirá la llegada de cruceros a Rosario

Mirada desde la provincia

Desde la Secretaría de Turismo santafesina se destacó el valor histórico de la embarcación, pero su titular nuevamente aclaró la posición de la gestión provincial: “El Estado provincial no puede destinar fondos públicos para reparar o sostener un bien privado”, aunque acto seguido propició alternativas para que los paseos turísticos hechos por décadas por esta mítica embarcación tengan una salida regional y pueda retomar su actividad sobre las costas rosarinas.

La funcionaria destacó que desde el Ministerio de Desarrollo Productivo se está ejecutando un Plan de Fortalecimiento Turístico para toda la provincia, articulando con el sector privado. “Un hecho inédito fue la creación de una línea de crédito del Banco Municipal de Rosario con tasas subsidiadas por el ministerio, justamente para acompañar a prestadores turísticos en inversiones y mantenimiento”, enumeró Aeberhard.

El gobierno de Santa Fe también planteó su posición en el Consejo Federal de Turismo: la provincia instó a que Nación analice la normativa y genere incentivos y simplificaciones para el turismo fluvial, como ocurre con los cruceros en el sur argentino, con desgravaciones y bonificación de tasas.

Por ahora, la situación es tal como la describe la familia. Continuaremos trabajando para que en el futuro existan más herramientas que permitan aprovechar nuestro río sin que el Estado deba asumir inversiones privadas”, remarcó Aeberhard para continuar: “Sabemos el enorme esfuerzo que la pandemia y la bajante histórica del río significaron para muchísimos prestadores. Por eso continuamos impulsando créditos blandos, programas de promoción y espacios de articulación público-privada, convencidos de que el turismo fluvial es estratégico para Rosario y para toda la provincia”.

Nave insignia. Como en años anteriores, la caravana será encabezada por el barco Ciudad de Rosario. (foto: Sebastián Suárez Meccia9

Otros tiempos. El barco Ciudad de Rosario participó de numerosas caravanas náuticas.

Inversores

A su vez, la secretaria de turismo dijo compartir la preocupación expresada por concejales y referentes locales sobre la necesidad de resguardar este patrimonio histórico y turístico. “Ojalá surja un inversor de nuestra provincia que, al conocer esta situación, se interese en el proyecto y permita que el Ciudad de Rosario siga siendo parte de nuestra identidad, evitando que se traslade a otra jurisdicción como Corrientes u otro destino”, destacó para una vez más mostrar “predisposición al diálogo y a la búsqueda de alternativas que permitan que este emblema se preserve y se potencie, siempre dentro de los marcos legales vigentes”.

Con el fin de “tirar un salvavidas” a los dueños del Ciudad de Rosario, Aeberhard se mostró proclive a ofrecer con preferencia a empresario del turismo local o asociarse con el desarrollo de una oferta turística rosarina que incluya recorridos terrestres y fluviales. Y, en paralelo, plantear ante autoridades nacionales el impedimento económico para la inspección, con el objetivo de que se evalúe si existe otra manera de certificar y comprobar el estado del barco.

>>Leer más: Barco Ciudad de Rosario: la pandemia lo dejó varado en las islas y ahora sale a la venta

El proyecto del Barco Ciudad de Rosario comenzó en la década del 60, cuando Raúl Oficialdegui compró en Brasil una embarcación en desuso con el sueño de reconstruirla por completo.

Durante siete años, el astillero Riguetti fue testigo de su construcción hasta que, en febrero de 1971, realizó su primer viaje. Con capacidad para 300 pasajeros, dos motores, usina eléctrica propia, salones, bar y pista de baile, el barco se convirtió en un emblema del turismo fluvial.

Durante décadas zarpó todos los fines de semana y feriados, con paseos de dos horas por el Paraná, y también organizó salidas educativas para escuelas, contingentes de jubilados y eventos privados. Ahora bien, a lo largo de los años sus recorridos se adaptaron a los niveles del río: cuando la bajante impedía transitar por riachos internos, el itinerario se ajustaba al canal principal y las islas más cercanas a la costa urbana.

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