La inauguración del nuevo predio del Santuario del Gauchito Gil en Mercedes, se convirtió en un contundente escenario político. Fue porque el gobernador Gustavo Valdés capitalizó el masivo evento de fe popular no sólo para celebrar la obra, sino para trazar una línea discursiva que resuena directamente con su disputa institucional con el Gobierno nacional de Javier Milei.
El mandatario correntino elevó la figura del Gauchito Gil a un símbolo de resistencia contra los atropellos, lanzando una clara advertencia a la Casa Rosada: «No tenemos que bajar los brazos. Queremos seguir peleando como ejemplo, llevar al Gauchito Gil y seguir peleando por las injusticias que todavía hay en la República Argentina«
RETO AL CENTRALISMO
El foco político de Valdés se centró en dos ejes: la reafirmación del rol del Estado provincial frente al caos y la denuncia velada de las políticas centralistas.
El Gobernador recordó la génesis del proyecto, que nació tras una «desgracia dolorosa» que obligó a su gestión a restablecer el orden público en el predio original, que estaba «desmadrado».
De inmediato, Valdés subrayó la acción decisiva del Estado, contradiciendo, sin nombrarla, la narrativa de la «anti política» que critica la intervención estatal
«Hubo que intervenir con la mano del Estado. No fue poner mano dura, sino devolver el orden. Contamos con la colaboración de la Justicia provincial, de la Justicia Federal, con la colaboración de la Policía de la Provincia de Corrientes, de Gendarmería Nacional, porque necesitábamos devolverle ese orden que era absolutamente necesario», recordó.
Acto seguido, el gobernador detalló cómo Corrientes tuvo que comprar las 28 hectáreas del predio, resolviendo una histórica disputa de titularidad que involucraba a la propia Nación. «No tanto expropiar, sino comprar.
Compramos todo este predio y hoy estas 28 hectáreas son hectáreas de los correntinos para los correntinos», sentenció, marcando una clara soberanía provincial sobre un sitio de trascendencia federal.
BANDERA FEDERAL
El punto más álgido de su mensaje llegó al asociar la devoción popular con la lucha política. Valdés citó la interpretación del sacerdote sobre el Gauchito, que lo identifica como «la sangre derramada de un inocente que pelea contra la injusticia».
Fue en ese momento que el gobernador transformó la fe en una bandera de batalla: «Esa lucha está vigente. Aquellos que luchan por una causa justa. Nosotros, los correntinos, no tenemos que bajar los brazos«.
Al enumerar la presencia del santuario en lugares tan diversos como Jujuy (a 4.000 metros de altura), Mendoza, Río Negro, la Patagonia y hasta Francia, Valdés hizo un mapa del sentir popular que trasciende las fronteras.
De este modo, la inauguración se convirtió en un acto de reivindicación del federalismo y de las causas regionales frente a un Gobierno nacional que, según han denunciado múltiples mandatarios provinciales, mantiene recortados fondos y promueve un modelo de fuerte ajuste central.
Con un llamado final a la paciencia, el orden y la continuidad del proyecto, el gobernador concluyó el mensaje con un gesto hacia el futuro, ratificando que la inversión continuará con sus sucesores, asegurando que el polo de atracción que es el Gauchito Gil siga creciendo para el desarrollo de Mercedes y Corrientes.