«Me lo mandó mi amigo, Daniel», le dice Brenda González Dimanche (31) a su hija Caliza (5) con una sonrisa de oreja a oreja. La pregunta de la nena era sobre un llamativo utensilio que estaba usando su madre para comer un omelette. Tenía una particularidad: era tenedor y cuchillo a la vez. La fotógrafa argentina que perdió parte de su brazo derecho en Brasil tras un accidente náutico recibió ese regalo del embajador Daniel Scioli, quien previamente le explicó su funcionamiento en un video.
«Estos días estuve pensando mucho en vos, y quería hacerte llegar este regalo que seguro te va a hacer muy útil y que te va a acompañar en tu vida cotidiana para que tengas la mayor autonomía posible», comenzó a contarle Scioli, el por entonces motonauta que sufrió un vuelco con su lancha en 1989 en el Río Paraná y debieron amputarle el brazo derecho.
Mientras hablaba, el actual embajador de Brasil tenía servido un budín en su plato. Y comenzó con la demostración. Le explicó paso a paso cómo utilizar la herramienta. Dentro de sus instrucciones le aclaró que podía usarlo para «comer carne o lo que sea», le mostró la fácil manera de cerrarlo y que lo podía lavar «como cualquier otro cuchillo».
Rápidamente, desde el consulado le hicieron llegar el utensilio a Brenda que no tardó en probarlo acompañada de su hija, fruto de la relación con el también argentino Federico Baldino. «Lo importante ahora es que aprenda a adiestrar su mano izquierda», destaca Scioli en diálogo con Clarín.
«Hablo seguido con ella y le sorprende de qué manera yo le voy anticipando lo que le va a ir ocurriendo a partir de mi propia experiencia», reveló el ex gobernador, quien remarcó la importancia de no apurar los tiempos de recuperación, en relación a la colecta que inició la familia para una eventual prótesis.
«Siempre el primer instinto en estos casos es buscar recursos para la primera prótesis que tiene que atravesar un tiempo hasta que se estabilice el muñón. Ese es el consejo que yo le di. Le fui explicando que hay soluciones solo desde el punto de vista coméstico», explicó Scioli.
Tener mayor autonomía, volver a su rutina diaria y hacer deporte son tareas fundamentales que destaca el embajador para salir adelante. «Es fundamental porque sino le genera una expectativa con una eventual prótesis que es muy difícil», avisa.
Por eso, explica, lo importante ahora es que Brenda no tenga dolor y que no la moleste mucho lo que se denomina «miembro fantasma», es decir, seguir sintiendo que tiene los dedos por los reflejos de los nervios.
Brenda junto a su hija Caliza, de 5 años.Tomando los consejos de Scioli y de los médicos, Brenda arrancó la semana pasada con sesiones de fisioterapia. El primer día le vieron el brazo para analizar las condiciones. Ya en la segunda visita le empezaron a hacer un tratamiento con láser que ayuda la regeneración del tejido y la cicatrización.
Luego de recibir el alta médica en el Hospital General de Arraial do Cabo -la ciudad donde vive desde hace ocho años- Brenda se instaló los primeros días en la posada Brisa de Prai, a apenas 300 metros del centro médico. Justo antes del accidente, se había mudado de casa. No podía volver porque, cuenta, «estaba patas para arriba». Arreglar y pintar el techo, y otros problemas de electricidad demoraron la mudanza. Mientras estaba internada, sus amigos se hicieron cargo y la ayudaron con los trabajos en la vivienda.
Cuando su madre llegó desde Mar del Plata para acompañarla, se instaló en la posada de unos amigos que se hizo Brenda durante su estadía en el país vecino. «Para mi también fue cómodo quedarme ahí los primeros días porque era estar cerquita del hospital ya que cada 48 horas tenía que hacer el curativo del brazo. Estar ahí me facilitó un montón porque mi casa queda como en la entrada de Arraial».
Finalmente, el pasado lunes, Brenda pudo habitar su nueva hogar, donde continúa con su recuperación. «Mi cuerpo se está adaptando, es parte. Dios no te da un peso que no puedan aguantar. Me siento bien y fuerte. Y tengo personas increíble ayudándome».
El accidente que le cambió la vida
Cámara en mano y abrigada para hacerle frente al viento que azotaba desde la mañana a las paradisíacas aguas de Arraial do Cabo, Brenda estaba preparada para una nueva aventura. El sábado 26 de agosto, como tantas otras veces en su oficio de fotógrafa, se subió a la lancha junto a un grupo de turistas para retratarlos en esos instantes únicos.
Brenda se instaló hace ocho años en Brasil y trabajaba como fotógrafa.Unos pequeños inconvenientes a la hora de bajar en la primera playa fueron un vaticinio de lo que luego iba a suceder: una enorme ola rompió a mitad del bote cerca de la orilla y el sacudón le hizo perder la estabilidad a los pasajeros. En el intento de ayudarlos, la joven marplatense cayó al agua y su brazo derecho quedó enganchado en la hélice. Debieron amputárselo, hasta la altura del codo.
Todo ocurrió 163 kilómetros al este de Río de Janeiro y a sólo 10 de Cabo Frío. Allí están ubicadas las playas de Arraial do Cabo. Ese día del accidente no pintaba bien. Ya desde la mañana las aguas estaban tumultuosas, no aptas para navegar. Por eso, la Marina había suspendido el tránsito por la famosa gruta azul -el mar abierto- dado que la condición era peligrosa. «Fue como una señal», piensan en la familia.
Brenda estaba trabajando en un paseo de barco que tiene paradas en varias playas e islas. En la primera, cuando iba a bajar con un grupo de pasajeros, sintieron olas fuertes y casi se caen de la embarcación.
Ya en la segunda parada, en Pontal do Atalaia, una ola gigante los sorprendió cuando estaban por llegar a la orilla. Un fenómeno que los expertos llaman trombo de mar. Son peligrosas olas grandes que se forman bien en la orilla y dejan todo seco abajo, con la arena al descubierto.
La hélice de un barco le arrancó parte del brazo derecho. Esa inesperada ola no los envolvió, pero sí rompió en la mitad del gomón hasta la parte de atrás. De repente, Brenda quedó cubierta en un manto de agua. Apenas pudo ver unos bruscos movimientos de las otras personas que trataban de no caer al agua.
Logró divisar cómo uno de los visitantes perdía el equilibrio y se desplomaba hacia la hélice. En cuestión de segundos, se estiró para intentar agarrarlo con la mala fortuna de que ella se hundió y su brazo quedó enganchado entre las aletas. Perdió su mano derecha.
«Tenía una campera que hizo que trabe la hélice porque si no, le seguía comiendo el brazo«. Así lo describió Federico, pareja de Brenda. «Le sacaron el brazo de la hélice y justo había una enfermera entre los pasajeros que le hizo un torniquete. Evitó que Brenda se desangrara y se muriera», detalló a este diario sobre la magnitud del accidente.
La llevaron al puerto y una ambulancia la trasladó los cuatro kilómetros que separan a la playa del Hospital General de Arraial do Cabo. Ese mismo día, le hicieron la cirugía. Le amputaron hasta abajo del codo. «Le va a quedar la movilidad, pero es un golpe duro, ella es muy joven», expresó Federico. De todas maneras, Brenda ya se encontraba «bien y fuerte», con el apoyo de sus seres queridos. Virginia, su madre, fue una de las primeras en viajar.
El jueves posterior al accidente, la fotógrafa marplatense recibió el alta médica. La idea es poder contar a futuro con una prótesis que le permita suplir la pérdida de parte del brazo.