A un árbol podrido hay que quitarle las frutas marchitas, y eso es lo que piden las futbolistas de la selección española. Son muchos años de situaciones inaceptables, de faltas de respeto y menosprecio de la mayoría de los dirigentes de la Real Federación Española hacia las jugadoras. Ahora, y tras los últimos acontecimientos, la situación es insostenible. Por ello, las futbolistas han pedido al ente federativo cambios reales dentro de su estructura y que personas que durante este tiempo las han coaccionado, mentido o menospreciado desaparezcan de su vista.
Andreu Camps, máximo exponente del ‘rubialismo’
El primer acuerdo al que se llegó durante la reunión de madrugada entre las futbolistas y el CSD fue la destitución de Andreu Camps, secretario general de la Federación. Su figura, controvertida y con pocos adeptos fuera de la estructura del órgano, fue la primera que las futbolistas señalaron. Por su falta de implicación, por su negativa a unas condiciones laborales dignas y por los continuos menosprecios a su condición de profesionales.
Camps es una de las caras más visibles de la institución, ya que ocupa el cargo de secretario general desde que fuese proclamado en la Asamblea General del 17 de mayo de 2018. Además, en 2020 fue reelegido. Desde un principio fue la mano derecha de Rubiales y ejerció como ideólogo de muchas de las acciones que han puesto palos en las ruedas en la evolución y profesionalización del fútbol femenino. La última muestra la encontramos en la lista de convocadas de Montse Tomé, que fue ideada por él. Además, siempre se ha mostrado duro con las futbolistas en las negociaciones y ha sido el autor del argumentario desagradable y agresivo que tuvo la Federación en el inicio del conflicto con las jugadoras. Es más, Camps ha sido uno de los principales detractores de la creación de la Liga F como ente independiente de la Federación y ha puesto todo su esmero en obstaculizar su desarrollo y crecimiento.
Ejemplos hay muchos, pero uno que deja bien claro la posición de Camps respecto al fútbol femenino pasó hace unos pocos años. Las jugadoras llegaban a la selección y sus camisetas no llevaban su nombre escrito en la espalda. Costaba mucho dinero, decía. No era necesario invertir ni un euro más allá de lo imprescindible en la selección femenina, pensaba el actual secretario general de la Federación.
Cúpula hermética y coacciones
La cúpula del ‘rubialismo’, sin embargo, no se reduce solo a Andreu Camps. Los altos dirigentes del estamento también han sido cómplices o testimonios de situaciones inaceptables en relación con las futbolistas. Tras el beso no consentido de Luis Rubiales a Jenni Hermoso en la celebración del Mundial de Australia y Nueva Zelanda, la maquinaria funcionó a marchas forzadas y muchos fueron los movimientos internos para escurrir el bulto tras lo ocurrido. Lo primero fue la atribución a la jugadora de unas declaraciones exculpatorias que Jenni no había pronunciado. También se le reclamó participar en el vídeo donde Rubiales pidió disculpas. Ella se negó, tal y como hizo Ivana Andrés, capitana de la selección durante el Mundial.
Así lo denunció ella misma en un comunicado horas después, donde se anunció que algunos responsables de la RFEF la coaccionaron para que justificara públicamente el beso y diese una aprobación. La propia jugadora, en su declaración ante el juez que lleva el caso en la Audiencia Nacional, destacó que llegó a sentir «hostigamiento» por parte del presidente y su entorno para hablar públicamente de lo sucedido en favor de Rubiales.
Rubén Rivera, director de Márketing y Miguel García Caba, responsable de la comisión de Integridad, son algunos de los nombres propios de estas actuaciones y por ello las futbolistas les han señalado.
Reestructuración profunda
En su comunicado previo a ser convocadas, las futbolistas fueron meridianamente claras con los cinco puntos que pedían para volver a vestir la camiseta de la selección. «La reestructuración del organigrama de fútbol femenino, la reestructuración del gabinete de la presidencia y secretaría general; la dimisión del presidente de la RFEF, la reestructuración del área de comunicación y marketing y la reestructuración de la dirección de integridad», decían. De ellos, solo uno se ha cumplido, de momento. Rubiales ya no es presidente de la Federación y, tras su reunión con Víctor Francos, presidente del CSD, algunos de los nombres propios señalados empiezan a vislumbrar el camino de salida. Tras Camps, Rivera y Gacía Caba, prioritarios, hay otros que también han tenido un papel clave en momentos duros e injustos para las futbolistas.
Pablo García-Cuervo, director de comunicación, Albert Luque, director de la selección española, Javier Gómez Matallanas, portavoz de la RFEF, Francis Hernández, director de las selecciones inferiores, y Tomás González Cueto, asesor jurídico externo, son los nombres que, tarde o temprano, verán su posición en la Federación afectada por todos estos acontecimientos, de los que han formado parte.
Por último, el nombre de Montse Tomé, la seleccionadora nacional, sigue en entredicho. Y, tras los dos partidos de la Nations League que jugará la selección (este viernes frente a Suecia en Göteborg, y contra Suiza el martes en Córdoba), se esperan reuniones y movimientos en relación con el cuerpo técnico y a la figura de la entrenadora.