La adaptación de la novela homónima de Miguel Delibes, Señora de rojo sobre fondo gris, es un monólogo sobre la pérdida de la persona amada. El espectáculo, que conmueve por la extraordinaria labor del gran actor español José Sacristán, se ofrece en el Teatro San Martín hasta el domingo 30 y luego en gira por el interior del país.
A sus 85 años, José Sacristán, recordado protagonista de películas como Asignatura pendiente y Solos en la madrugada, de José Luis Garci, Un hombre llamado Flor de Otoño, de Pedro Olea, y Un lugar en el mundo, de Adolfo Aristarain, entre muchas otras, está nuevamente en nuestro país. Esta es su cuarta visita a los escenarios porteños donde presentó la versión teatral del drama Una jornada muy particular, con Charo López, dirigidos por Carlos Gandolfo, o el musical El hombre de La Mancha, acompañado por Paloma San Basilio.
Con un rostro capaz de reflejar perfectamente el drama o la comedia, y una voz grave, tan contundente como evocadora, sin dudas, es uno de los actores españoles más queridos de su generación por el público argentino. Quizá porque nadie ha encarnado mejor a ese ciudadano de todas partes del mundo, humilde e inteligente, que enfrenta como puede a los poderes establecidos, y es capaz, al mismo tiempo, de buscar esperanza aún en la adversidad.
Un viudo reconstruye la memoria
Ambientado en el verano y el otoño de 1975, el relato del artista plástico se centra en dos acontecimientos: la detención de su hija y su yerno por motivos políticos y, fundamentalmente, la enfermedad y deceso de Ana, a los 48 años, de manera casi repentina, por un tumor cerebral. Queda claro que su compañera de vida no solo era una sensible y extrovertida mujer, sino también su musa inspiradora.
Él la define como “Una mujer que con su sola presencia aligeraba la pesadumbre de vivir”. Se torna evidente que ella contagiaba una sensación de belleza y plenitud que cobró verdadero alcance sobre el fondo gris de lo cotidiano y los sinsabores de la enfermedad. Así, como quien se entrega a un elaborado ritual, el viudo reconstruye la memoria que guarda de su pareja.
La reminiscencia luce un tinte dramático y la muerte invade el relato bajo dos formas muy familiares: la sensación de ausencia y el extrañamiento de la realidad. En cierto modo, se trata de convertir en palabras un miedo muy profundo; la desaparición de alguien a quien se quiere profundamente y cuya huella es tan profunda que, ante su falta, apenas tiene cabida el consuelo.
Sacristán, como único intérprete, brinda una verdadera lección interpretativa al manejar, de forma admirable, todos los recursos expresivos. Desde los infinitos tonos vocales, hasta las sobrecogedoras pausas, los gestos, desplazamientos o acciones precisas que enfatizan aún más el hermosísimo texto.
En ese sentido, el mínimo juego escénico se potencia gracias a una lograda escenografía de tonos grises, que remiten al atelier del protagonista, en un diseño muy creativo de Arturo Martín Burgos, bellamente bañado por la elocuente paleta lumínica de Manuel Fuster, que en conjunto permiten adentrarse en ese ambiente casi sensorial y como alejado del presente.
Además de las funciones en el Teatro San Martín, la pieza recorrerá diferentes ciudades del interior del país y Montevideo, y en septiembre volverá a subir a escena en la cartelera porteña, para prolongar la actual temporada, en el Teatro Astros. Sin duda, una imperdible oportunidad para ver la extraordinaria labor de un intérprete mayúsculo.
«Señora de rojo sobre fondo gris»
Excelente
Unipersonal Dirección: José Sámano. Adaptación de la novela homónima de Miguel Delibes. Con: José Sacristán. Voz en off de Ana: Mercedes Sampietro. Escenografía: Arturo Martín Burgos. Iluminación: Manuel Fuster. Teatro San Martín, Sala Casacuberta, Av. Corrientes 1550.
POS