El aumento en los precios de los alimentos es claramente una presión para los bolsillos de los argentinos. Pero lo es mucho más si se evalúa el impacto respecto de otros países de la región. Este año, en una tendencia que se profundizó, la brecha de la inflación en los productos de la canasta alimenticia entre la Argentina y sus pares regionales llegó a niveles récord.
A esa conclusión llegó un trabajo de la Fundación Mediterránea que monitoreó lo que viene sucediendo con los precios al consumidor de los alimentos en 11 países de Latinoamérica (Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Colombia, Perú, México, Costa Rica, Ecuador, Paraguay y Bolivia).
“Entre el 2019 y el 2022 hubo una aceleración en la tasa de inflación de los alimentos en toda Latinoamérica”, explica en el estudio. “De una tasa que venía al 0,3% (valor mediano de 10 países) en 2019-2020 se pasó al 0,6% mensual en 2021 y al 1,0% en 2022. En la Argentina no sólo que también se produjo este fenómeno, sino que además se intensificó, con una inflación mensual que pasó del 3,8% (2019) al 5,7% (2022)», explicó el trabajo.
Entonces, ocurrió que en lo que va del 2023, la región mostró una franca desaceleración en la tasa de inflación de los alimentos: pasó de una tasa de inflación anual que rondaba el 13% a una del 5%, señalan los analistas.
Los 10 países relevados en el informe tienen este año una tasa de inflación en alimentos menor a la del 2022, los casos más notables son Chile, que del 1,9% mensual baja al 0,5% mensual, Colombia, del 2,1% al 0,5% mensual, y Costa Rica, que de una inflación del 1,5% mensual en 2022 muestra deflación este año (-0,6%).
En cambio, la inflación se movió “en la dirección opuesta en la Argentina”: mostró una fuerte aceleración, y del 5,7% mensual del 2022 se pasó al 8,9% mensual en lo que va de este año. En términos anualizados, de una tasa del 94,5% a otra del 177,9%.
Dado que la región está yendo hacia un lado, mientras que el país hacia el otro, la brecha de tasas se incrementó en forma sensible: hoy, la inflación local es 22 veces la del promedio de países Latinoamericanos, diferencia de niveles que se hace más llamativa cuando se compara con algunos países puntuales, por caso, la brecha llega a 62,5 veces si se mide contra Brasil, 45,1 veces contra Perú y a 40,0 veces en relación a Bolivia.
El análisis elaborado por Juan Manuel Garzón y Tobías Lucero tomó la información oficial de la división “alimentos y bebidas no alcohólicas” de los IPC de cada uno de los países (que incluye productos altamente transables (carnes, lácteos, aceites) y también otros que, si bien pueden ingresar al circuito de comercio exterior (exportarse o importarse), son productos que se producen en general cerca de las ciudades y se consumen en la propia región por su elevado costo de transporte, como es el caso de muchas hortalizas.
Según el informe, en la Argentina la inflación en alimentos y bebidas no alcohólicas, promedió el 3,0% mensual en 2020, el 3,5% en el 2021, y el 5,7% en 2022 y se ubicó en el 8,9% mensual promedio al cabo de octubre del 2023. Es decir, sin tomar en cuenta la estampida de la semana post balotaje, cuando los supermercados recibieron listas de precios con aumentos de hasta el 45%.
En cambio, en los otros 10 paises relevados de Latinoamérica la inflación para el mismo rubro de bienes, que fue del 0,3% mensual, 0,6% y 1,0% en los últimos tres años (respectivamente, según el valor mediano), cerró octubre de este año, con un valor del 0,4% mensual.
La región se desacelera y la Argentina no
Entre otras explicaciones, el informe destaca que la suba de precios en la región no fue un fenómeno aislado. Fue producto de «una combinación de shocks» que fueron transversales a todas las economías: factores derivados de la pandemia como restricciones en el suministro de materias primas, cuellos de botellas logísticos, una recuperación fuerte de la demanda global luego de la recesión y excesos de liquidez por políticas públicas muy expansivas, entre otras cosas.
Otro punto es que también ayudó (al resto de los paises), la estabilidad de sus monedas. Algo que no se dió en el mercado local, donde el peso continuó depreciándose. “Cuando las monedas se aprecian, los precios internos de los productos de exportación tienen presión a la baja, mientras los precios internacionales se mantienen iguales. Esto sucede porque la apreciación disminuye el atractivo de las operaciones de exportación, lo que genera a su vez una reasignación de flujos de productos hacia el mercado interno», explicó el informe del IERAL.
La canasta que monitorea FAO (Naciones Unidas), que contiene un mix de precios internacionales de carnes, lácteos, aceites, granos y azúcar, cuyo valor había subido un 19% en los primeros 3 meses del 2022, mostró caídas en 16 de los 19 meses siguientes (desde abril de 2022 a octubre de 2023), acumulando una baja del 23,9% en este período. En la Argentina, en cambio, los alimentos aumentaron más de 10 puntos por encima de la inflación general (hasta octrubre de este año), al ascender 153,8% octubre, en forma interanual.