El RFC Seraing, un pequeño equipo de la segunda división del fútbol de Bélgica, puede poner patas arriba buena parte del entramado sancionador del deporte mundial. La historia arranca en 2014, cuando la FIFA decidió prohibir a todo jugador o club de fútbol el principio de Third Party Ownership (TPO). Desde entonces, ningún jugador o club puede firmar acuerdos con terceras partes que permita a esa tercera parte exigir un pago cuando un jugador cambie de club.
El RFC Seraing, de la provincia de Lieja y vecino del histórico Standard de Lieja, decidió el 30 de enero de 2015, meses después de esa prohibición de la FIFA y cuando acababa de comprar una plaza para pasar de primera provincial a segunda división nacional (equivalente a la 4 división), firmar un acuerdo con Doyen Sports, una empresa privada registrada en Malta y que se dedica a la financiación de clubes y a la compra y venta de jugadores.
El acuerdo decía que Doyen Sports compraba por 300.000 euros el 30% de los derechos de tres jugadores. En julio, seis meses después, un segundo acuerdo se firmó por un cuarto jugador.
La Comisión de Disciplina de la FIFA impuso al club belga una multa y además la prohibición de registrar nuevos jugadores en las siguientes cuatro ventanas de registro, llevando la sanción a dos años. El club belga recurrió la sanción sin éxito.
Gianni Infantino, parte interesada en el conflicto. Foto: EFEEntonces el RFC Seraing acudió al TAS, que confirmó la sanción. Entre los damnificados porque no podían ser registrados, más de 200 niños de categorías inferiores del RFC Seraing. Si eran registrados y jugaban, cualquier club rival podía denunciar el partido por alineación indebida.
Otra justicia
El club y la escuela de jóvenes de la localidad recurrieron entonces a la Justicia ordinaria, al Tribunal de Primera Instancia de Lieja. El caso fue ascendiendo en la Justicia belga hasta que el Tribunal de Casación decidió la semana pasada elevarlo al Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Los jueces belgas preguntan a sus superiores europeos, con sede en Luxemburgo, sobre la legitimidad del TAS (Tribunal Arbitral del Deporte, en sus siglas en francés), un órgano de arbitraje privado, con sede en Suiza, cuyas decisiones son al 70% sobre fútbol y que financia principalmente la FIFA.
El RFC Seraing alega que el TAS es a la vez juez y parte, porque depende de FIFA para sobrevivir financieramente. El RFC Seraing alega también que el TAS, actuando desde Suiza, se sustrae a las normas de la Unión Europea sobre libre circulación de capitales e impide a los clubes europeos beneficiarse de esas normas.
El secretario general del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), Matthieu Reeb en la puertas de la sede de la institución en Lausana (Suiza). Foto: EFE/ Laurent GillieronEl caso va mucho más lejos del derecho del RFC Seraing de firmar aquellos acuerdos con Doyen Sports. El club belga, que lleva ocho años peleando el caso, alega también que tal y como está organizado el fútbol mundial, la FIFA, organización privada, impide toda competencia en un mercado de miles de millones de dólares.
Un litigio que no para de crecer
A la lucha judicial del RFC Seraing se han apuntado otros, como su compatriota el Real Amberes FC (que está ya en Champions League), la Fifpro (Federación Internacional de Asociaciones de Futbolistas Profesionales) y la European Super League, que querría organizar una competición de clubes europeos fuera del paraguas de la UEFA porque un puñado de grandes clubes españoles, británicos o italianos creen que podrían ganar mucho más dinero por su cuenta. Detrás de todas esas denuncias está el dúo de abogados belgas Jean-Louis Dupont y Martin Hissel.
La cuestión prejudicial del Tribunal de Casación belga al Tribunal de Justicia de la UE le pide que dictamine si se puede dar al TAS, un tribunal arbitral privado, establecido fuera de la Unión Europea e impuesto por los estatutos de la FIFA, el derecho de decidir como un tribunal de Justicia sobre cuestiones de derecho europeo o sobre si los denunciantes pueden o no acudir a la Justicia ordinaria, como han hecho con el enfado del propio TAS.
Si el Tribunal de Justicia de la Unión Europea diera la razón a los denunciantes y acabara con el monopolio del TAS como órgano judicial del mundo de fútbol toda la estructura organizativa de la FIFA y la UEFA quedaría temblando.