El escándalo se apoderó del Maracaná a segundos del arranque del partido entre Brasil y Argentina. Apenas habían terminado de sonar los himnos cuando se produjo una enorme gresca entre hinchas de ambos países en una de las tribunas. La policía local se metió de inmediato y comenzó una batalla campal con los simpatizantes argentinos.
El clásico quedó demorado ya que con Lionel Messi a la cabeza la Selección campeona del mundo se retiró hacia el vestuario, y comenzó media hora después.
El saldo de la lamentable situación fueron por lo menos cinco personas que tuvieron que ser trasladadas en ambulancia con heridas, y un importante número de hinchas argentinos que se retiraron del Maracaná con golpes producto de la insólita represión policial.
Fueron largos minutos de locura absoluta. Los palos de la policía brasileña repartieron violencia y represión solamente para el lado albiceleste. El equipo de Lionel Scaloni estaba a punto de sacarse la foto grupal cuando se dio cuenta lo que estaba pasando.
Con Lionel Messi a la cabeza, todos los jugadores se acercaron hasta el lugar en donde se estaban generando los desmanes.
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Tanto el capitán como sus compañeros, entre ellos Emiliano Martínez, Giovani Lo Celso, Franco Armani, entre los más preocupados, intercedieron para tratar de calmar principalmente a las fuerzas policiales que repartían palazos de manera indiscriminada y brutal.
El Dibu fue uno de los más indignados por lo que le tocaba vivir a los hinchas argentinos e incluso pegó uin salto para tratar de frenar la agresión de uno de los agentes brasileños, que revoleaba su palo con total impunidad.
Messi, todavía con el banderín en la mano ya que no se había llegado a realizar el sorteo para arrancar el encuentro, vio que no estaban dadas las condiciones de seguridad y decidió dar la señal a su equipo de retirarse al vestuario. «Así no se puede jugar», dijo el mejor del mundo mientras se metía en el túnel.
El equipo argentino permaneció un rato largo en el vestuario mientras Claudio Tapia apareció sobre el terreno de juego para discutir con personal de la Conmebol y miembros de la organización del evento.
Pasó un largo rato hasta que finalmente se empezó a calmar todo para que la Selección regresara a la cancha, con Messi a la cabeza. Eran las 10 de la noche, media hora después de la hora señalada para el comienzo del partido. El clásico sudamericano comenzó de la peor manera, como suele pasar casi siempre en Brasil.