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Incipiente, pero prometedora: la industria paraguaya y su expectativa de proyección hacia el mundo

Este proceso industrial ha llegado de manera tardía al país, pero se proyecta con importantes expectativas a partir del trabajo realizado en las últimas dos décadas, en lo que respecta la estabilización de la macroeconomía y la promoción del país a nivel internacional, así como la coordinación de políticas entre los sectores público y privado.

“En la economía paraguaya no hubo ningún milagro, es un proceso que se respetó. Es algo que costó mucho sacrificio“, asegura Enrique Duarte, quien dialogó con Ámbito sobre los avances y retos que enfrenta el sector en Paraguay.

De la estabilidad al desarrollo: el salto pendiente

Durante las últimas dos décadas y tras haber iniciado el siglo XXI con bastantes dificultades (default selectivo de deuda pública y un periodo de quiebras bancarias que repercutieron en elevados niveles de pobreza y expulsión económica de ciudadanos), Paraguay viene consolidando últimamente un importante periodo de estabilidad macroeconómica.

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Enrique Duarte, presidente de la UIP.

Ámbito

Sin grandes sobresaltos, a través de políticas como su esquema de metas de inflación, una banca central independiente y -desde el año 2013- una regla fiscal que limita el déficit en el presupuesto público al 1,5% del PIB anual, el país ha sentado bases para tornarse atractivo a las inversiones.

En el año 2003, las manufacturas representaban apenas el 10% del PIB paraguayo. Según datos publicados por el Banco Central del Paraguay (BCP), para 2025, esa cifra se ha duplicado, alcanzando el 20%, o hasta el 27% si se suma a los rubros de la construcción y la producción de energía eléctrica (que en su conjunto conforman el sector secundario).

Actualmente, el sector de manufacturas tiene activos un poco menos de 290.000 empleos, lo que representa el 10% de la ocupación formal en Paraguay, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Este número es reducido si se lo compara, por ejemplo, con el 66% que ocupa el sector de comercio y servicios.

“Con nuestra estabilidad macroeconómica y grado de inversión, deberíamos estar viendo un desarrollo no solo industrial, sino económico, más alto”, sostiene Duarte. Factores como la falta de crédito con condiciones ajustadas al desarrollo industrial y la persistente informalidad económica hacen que, de momento, la industria paraguaya no pueda despegar como se desearía.

No obstante, las expectativas hacia adelante son prometedoras a partir del trabajo público-privado que se viene realizando, el cual ya se ha traducido en la concreción de inversiones para el desarrollo de rubros industriales emergentes, como el ferrosilicio, el forestal, biocombustibles y la industria de alimentos. Así, estos se suman a otros segmentos industriales ya consolidados en el país, como el farmacéutico, el metalúrgico y el del cuero.

La producción de alimentos, tradicionalmente sin mayor valor agregado en Paraguay, se encuentra hoy en auge con inversiones que empiezan a transformar incluso los hábitos de consumo para la creciente clase media, que cada vez busca cortes de carne más refinados u opciones saludables a precio accesible. A su vez, la exportación de alimentos manufacturados se encuentra en el inicio de lo que parece ser un futuro prometedor, como ocurre en el caso de la carne porcina, que en un quinquenio pasó de no exportar, a vender más de 10.000 toneladas al año hacia el exterior, según datos del BCP, mientras que los envíos de carne vacuna diversifican cada vez más sus mercados de destino.

Datos del boletín de comercio exterior del BCP apuntan que, al cierre del 2024, se registraron exportaciones de manufacturas de origen industrial (entre los que se incluye cables, aluminio, productos farmacéuticos, textiles y otros) por un valor de u$s1.716 millones, un 14% más que el 2023. Sin embargo, el grueso de las exportaciones sigue estando en las materias primas como la soja y el maíz (u$s4.033 millones, en el citado periodo), además de algunos rubros manufacturados de origen agropecuario, como la harina o el aceite de soja.

Industrias emergentes

Uno de los sectores más prometedores es el forestal, con proyectos como la planta de celulosa Paracel en el norte del país (una inversión esperada de u$s4.000 millones) que se espera no solo agregue valor a la madera reforestada, sino que genere su propia energía mediante biomasa, con capacidad incluso de inyectar excedentes a la red eléctrica nacional.

Pero la industria forestal no se limita a la celulosa: “Hay toda una industria ligada a la madera, como la fabricación de muebles o estructuras para la construcción. Cuanto más valor agregado, más empleo y desarrollo se genera”, explica Duarte.

“Venimos creciendo, pero con todo lo que tenemos, podemos decir que la inversión extranjera es todavía leve, todavía no es importante. Si bien tenemos inversiones en camino como Paracel, estamos esperando que arranque la inversión en la industria propiamente dicha en el sector forestal, están trabajando temas de financiamiento”, relató el ejecutivo.

Otro caso emblemático es Omega Green, una planta de biocombustibles que apunta a producir combustibles sostenibles para aviación (SAF, por sus siglas en inglés) a partir de oleaginosas. “Paraguay y la región están llamados a ser grandes productores de bioenergía. Pero estas inversiones son sensibles al costo del dinero y la pospandemia ha generado retrasos”, añade.

A la par del forestal y energético, Paraguay busca escalar en industrias de mayor complejidad tecnológica. La ferroaleación, por ejemplo, utiliza materias primas locales para producir insumos como ferrosilicio, fundamentales para semiconductores y paneles solares. “No produciremos chips, pero sí podemos integrarnos a cadenas tecnológicas globales”, dice Duarte.

También destaca el sector textil, que opera bajo el régimen de maquila, aprovechando ventajas arancelarias para exportar a mercados como EE. UU.; y la industria del cuero, que ya fabrica piezas terminadas para automóviles.

El sector industrial paraguayo ha evolucionado a lo largo de los años, y según datos de la propia UIP, en solo una década, la proporción de productos importados en góndolas de supermercados locales se ha reducido de un 75% a solo un 25%. La calidad de los productos locales, así como la diversificación, abarca amplios rubros de consumo, entre los que se destacan los de alimentos y domisanitarios.

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PY

Financiamiento

La cartera de créditos para el sector industrial se encuentra en expansión y, según datos publicados en el boletín mensual del Banco Central, la misma cerró el 2024 en un nivel de u$s1.900 millones, aproximadamente, con un crecimiento interanual del 25%. Sin embargo, un estudio realizado por la UIP apunta que el crédito sigue siendo una traba en el sector, especialmente para los segmentos más pequeños (MIPYMES).

“La estructura financiera paraguaya no está adaptada todavía a los plazos que necesita la industria. Invertís en maquinaria y podés tardar tres años solo en recibirla, pero los créditos dan dos años de gracia como máximo”, explica.

La UIP estima que el financiamiento no atendido en Paraguay, ya sea por tasa de interés o por falta de garantías, supera los u$s1.000 millones. Por eso, desde el gremio industrial proponen un fondo de garantía rotatorio de u$s100 millones que permita destrabar inversiones y mejorar el acceso para micro y pequeñas empresas, administrado por la Agencia Financiera de Desarrollo (AFD), banca estatal de segundo piso que ya cuenta con experiencia en este tipo de herramientas financieras.

Ley de inversiones, en revisión

El país está en proceso de modernizar su Ley 60/90, que regula los incentivos para las inversiones. La reforma busca dar mayor coherencia a los procesos, incentivar la compra de bienes de producción nacionales y aplicar mecanismos como la hiperamortización -ya usada en países europeos- para alentar la inversión en activos de largo plazo.

“Una inversión radicada en Paraguay pasa a ser una industria nacional, no importa quién sea el accionista. Lo importante es que paga impuestos, genera empleo y deja conocimiento”, afirma Duarte.

Al ser consulado sobre la dificultad burocrática para las exportaciones, Duarte ponderó que si bien existen trabas de papeleo y transparencia, como las hay en la mayoría de los países de la región, los últimos gobiernos trabajaron en buscar disminuir estos problemas: “Nobleza obliga a decir que este gobierno está trabajando en la desburocratización y agilización de lo que es el comercio exterior. Estamos trabajando, hay buenas señales, y el sector privado viene colaborando en este proceso”, expresó.

Con un ajuste de las trabas que se describen, como la falta de financiamiento adecuado o la informalidad, asegura Duarte, la industria paraguaya se proyecta a tener un crecimiento más acelerado y a aumentar no solo su presencia en el comercio local, sino en el internacional a través de exportaciones manufacturadas con mucho mayor valor agregado.

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