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Luis Caputo y el dólar fijo: ¿su plan es una replica de un programa de los años 60?

El economista que defiende a Javier Milei y uno de los más escuchados por los empresarios en la Argentina, Ricardo Arriazu, sostiene que el Gobierno en diciembre devaluó “como en los años sesenta”. Para Arriazu, la estrategia de Luis Caputo fue la correcta en hacer un ajuste fiscal, aumentar el tipo de cambio oficial y fijar un tasa de crawling peg porque la economía argentina es bimonetaria y “si el dólar se mueve, los precios también”.

En el momento cero de la gestión, el Gobierno aumentó el precio del dólar oficial 120% (pocos días antes de asumir, en diciembre 2023) al pasarlo de $ 380 a $ 832 y con eso mejoró la liquidación a los exportadores. Para los importadores la suba, en verdad, fue 300% por el aumento del Impuesto PAIS.

“En materia cambiaria —explicó Arriazu en una charla ante inversores esta semana— hicieron un programa tipo los años sesenta/setenta, que consiste en dar un salto al dólar, un overshooting, esto es un aumento mayor al necesario, y luego establecer una tasa de devaluación fija que fue 2%, pero que podría haber sido 1%. No importa el número, lo que sí vale es que sea fijo y es la clave del programa porque es lo que baja la inflación.

¿Pero qué tiene que ver la devaluación de fines de 2023 con la de los sesenta?

Quizá precisamente la noción de ‘tirar un ancla’ y mantenerla firme pese a que el resto de los precios sube y el tipo de cambio pierde parte (¿o toda?) de la competitividad ganada.

Repasemos un caso.

El programa de Adalbert Kriguer Vasena, ministro de Economía del gobierno de Juan Carlos Onganía entre 1966 y 1969, anunció el 13 de marzo de 1967 una suba del dólar de 40%. El ministro explicó que se trataba de una devaluación “a la mexicana o a la francesa; la última con un efecto que perdura años”.

¿Le suena un ministro de Economía diciendo que su devaluación “será la última”?

Doce meses después, el aumento de los costos internos y la caída de los precios internacionales jaquearon la estabilidad alcanzada y se empezó a especular con otra devaluación para compensar la competitividad perdida. “La actual paridad monetaria del peso se mantendrá inalterable”, prometió Krieger.

Varios años más tarde el ministro contó su visión sobre qué quiso hacer. Su idea de “tirar el ancla bien delante del barco y después aferrarse a ella y no moverse, dejar que la correntada pase y que el barco quede allí. Por eso es que la devaluación fue mayor de lo necesario, igual a lo que hizo Francia en 1958, y luego tuvo diez años de estabilidad, no sólo económica sino política”.

“Me inspiré en lo que hizo Francia cuando Charles De Gaulle, entonces presidente de Francia, pidió a sus colaboradores el diagnóstico de la situación y un programa. Las cosas en Francia, por aquella época, eran muy parecidas a lo que estaba sucediendo en la Argentina: gran desequilibrio fiscal, controles de cambio, lento crecimiento de las exportaciones, inflación y una insignificante participación en el comercio industrial mundial. El resultado del estudio de Rueff-Pinay fue una gran devaluación y un estricto programa fiscal, llevados a cabo con el apoyo del FMI en 1958. Fue el ‘stand by’ más grande de la historia del mundo hasta ese entonces. Francia recibió un apoyo superior a los US$1.000 millones de aquella época”.

La devaluación de Krieger en 1967, habilitó desembolsos del FMI en el marco de un préstamo ‘stand by’ por US$ 150 millones.

La estabilización de tasas de inflación moderadas no son inmediatas a veces. Fijado el tipo de cambio, el resto de los precios puede subir arrastrados por la inercia, producto de indexaciones y fórmulas que prevalecían en contratos previos al momento de anclar el dólar. El aumento de costos provocó que, a inicios de 1968, esa diferencia de $ 100 se perdiese en casi la mitad por el alza en el costo de vida alimentando la expectativa de devaluación.

Otra vez, ¿le suena?

La baja de la inflación y la apreciación cambiaria impulsaron la actividad ese momento.

El PBI se recuperó en 1967 (3,6%) y su crecimiento luego se consolidó en 1968 (5,3%) y 1969 (9,6%). Aun así, pese a que en ese último año la tasa de crecimiento fue mayor que la de la inflación (7,6%), Krieger fue reemplazado en medio de la crisis del Cordobazo.

Más cercano en el tiempo, el antecedente de un ritmo de devaluación fijo que existe es el de Sergio Massa, cuando aumentó el dólar 21,8% luego de las PASO, llevándolo a $ 350 y entonces anunció un crawl , que desde noviembre empezó a ser 3% mensual.

A Massa le duró dos meses la ventaja cambiaria. “Devaluamos tarde y mal”, confesó hace poco su vice, el economista Gabriel Rubinstein.

¿Por qué esta vez Milei y Caputo serían capaces de sujetar el ancla?

Nadie lo sabe. Lo que sí parece es que en los 60 Argentina y Francia usaron algo así.

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