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Oscar Cetrángolo: “En la Argentina de hoy estar en contra del impuesto a las Ganancias es ser conservador o de derecha”

-Lo más sintético posible, ¿qué hace el mundo con el impuesto a las Ganancias y qué hace la Argentina?

Lo primero que hay que decir es que en ningún país se llama de esa manera. En el resto del mundo se llama impuesto sobre los ingresos o sobre las rentas, graba las rentas de diferente fuente de los deciles en que se divide la población y con ingresos relativamente más elevados. El impuesto a las Ganancias es considerado como la base fundamental de todo sistema impositivo maduro que tienda a dar solvencia y equidad a la intervención estatal. Junto al IVA y las contribuciones para la seguridad social suelen ser la base del financiamiento público, pero la equidad descansa, básicamente, sobre el peso de este tributo.

-¿Se justifica que la Argentina decida no tener ese impuesto?

No creo que exista justificación ni desde el punto de vista teórico ni práctico. No obstante, en Argentina existe un empeño especial en desprestigiar este tributo. Seguramente confluyen los intereses de quienes con mayor poder tratan de ejercer presión para no pagar el costo de las políticas públicas, haciendo que el peso recaiga sobre sectores de menores recursos. También resulta importante tener en cuenta la prédica de comunicadores y personajes muy mediáticos que, por intereses particulares, pretenden convencer a la sociedad de que se trata del peor impuesto posible. Generalmente son contribuyentes que se autodenominan “clase media” pero se ubican dentro del 20% de la población con más altos ingresos de un país bastante empobrecido. Finalmente, muchos políticos prefieren evitar enfrentar a sus electores de mayores recursos con impuestos personales y financiar sus gastos con emisión monetaria o impuestos sobre bienes y servicios que terminan trasladándose sobre los precios que pagan los consumidores: eso se llama ilusión monetaria y tributaria.

-¿Por qué en proporción en Argentina pagan más impuesto a las Ganancias las empresas que las personas si en el mundo es al revés? Por dar un ejemplo en países avanzados paga más por Ganancias Elon Musk que Tesla mientras en la Argentina pagaría más Tesla que Musk.

La Argentina presenta una problemática similar a la mayoría de los países de América Latina en este punto. A lo largo de los años el peso de la imposición sobre los ingresos ha ido descansado primordialmente en una fuerte participación del impuesto las sociedades efectivamente, lo que incide negativamente en el logro de objetivos en materia de equidad distributiva.

-¿Por qué es más regresivo si Ganancias recae más sobre las empresas, por decir Tesla de nuevo, que las personas (Musk)?

Porque la empresa tiene más posibilidades de trasladar el impuesto a los precios de los bienes o servicios que producen, dependiendo de cada mercado, y, por otro lado, puede influir sobre la asignación de la inversión entre países en detrimento del empleo.

-¿Por qué en la Argentina pesa menos el impuesto a las Ganancias que otros países?

Hay tres motivos principales: la magnitud de las rentas no gravadas por la proliferación de exenciones, el bajo nivel de cumplimiento y los cambios en las escalas del tributo. Todo esto limitó a lo largo de las décadas la aplicación del gravamen potencial a los ingresos ubicados prácticamente en el decil más alto de la distribución del ingreso.

-El FMI pidió que la Argentina rediseñara el impuesto a las Ganancias ¿por qué lo dice?

Porque los técnicos del FMI son conocedores de la política tributaria del resto del mundo, están preocupados por la situación fiscal de Argentina y se trata de un impuesto aceptado en la literatura.

-Usted escribió hace poco un trabajo con otros dos economistas, Julián Folgar y Dalmiro Morán, en el que repasan la historia del impuesto las Ganancias en Argentina desde la década del 30 a la fecha. La recaudación del impuesto crece desde la década del 30, luego cae entre el peronismo y el gobierno de Alfonsín, y vuelve a subir con Menem para en la última década estancarse. ¿No parece contraintuitivo que en períodos de gobiernos más de derecha se haya recaudado más?

En realidad llega al pico durante el primer peronismo. Pero efectivamente desciende desde ahí hasta una paulatina recuperación en los años noventa. Creo que la razón fundamental de ese comportamiento no tiene que ver con la orientación política de los gobiernos sino con la dificultad de administrar el impuesto con inflación alta.

-¿Por qué la izquierda o el progresismo en Argentina no apoya un impuesto a las Ganancias cuando se trata de una idea en esa línea? ¿El impuesto a las Ganancias es regresivo porque grava a los salarios y no los Bienes Personales?

Para contestar esta pregunta debiéramos discutir qué es ser de izquierda. Tiendo a pensar que alguien que esté en contra de un impuesto que deben pagar los dos deciles más ricos de la sociedad en un país donde hay cinco deciles que tiene ingresos que los ubica por debajo de la línea de pobreza, es conservador o de derecha.

-La consultora Empiria mostró el otro día un gráfico con el sueldo promedio en enero por debajo de la línea de pobreza.

-Creo que una posición “de izquierda” debiera consistir en reducir los tratamientos preferenciales, ampliar la base del tributo y reconstruir la escala de alícuotas para hacerla progresiva. Pero volviendo a su punto sobre los Bienes Personales, como todo tributo sobre la riqueza debiera ser una potestad de los gobiernos provinciales o, alternativamente, ser un piso de la recaudación sobre las rentas. En medio de esa discusión, también debiera considerarse el rechazo a la tributación sobre los beneficios eventuales (herencia) que debiera ser la base de las posiciones liberales progresistas, ya que junto con la educación pública son las bases de la igualdad de oportunidades en la sociedad.

-En su trabajo hace también una comparación entre Argentina y la región sobre este impuesto. ¿Puede decirnos las principales conclusiones?

Eso surge de un documento que escribimos con Florencia Calligaro y Dalmiro Moran para la CEPAL. Vimos que la principal diferencia está más en la orientación de las reformas recientes y las preocupaciones de los gobiernos que en la estructura del impuesto. Los países de la región, con la excepción de la Argentina, están crecientemente preocupados por incrementar la recaudación y progresividad de este impuesto, y hay reformas recientes muy interesante en varios países (Colombia, Chile, Brasil, Uruguay, por ejemplo). A su vez, debe señalarse que en nuestro caso se comprueba un importante fenómeno de “achatamiento” de la escala de alícuotas en el cual se llega rápidamente a la máxima alícuota reduciendo el grado de progresividad del tributo (situación que se fue agravando a lo largo de los años por efecto de la inflación y la falta de actualización automática).

Desde una perspectiva comparada, el impuesto sobre la renta de personas físicas en Argentina muestra espacios amplios para introducir mejoras que fortalezcan no sólo su recaudación efectiva sino también su progresividad por diseño y su impacto redistributivo. En particular, a pesar de exhibir una tasa máxima bastante elevada para el contexto regional (no así internacional), se ubica en un nivel muy bajo de pago para todas las alícuotas vigentes en términos comparables (múltiplos del PIB per cápita). Además, la diferenciación existente entre el tratamiento de los asalariados y los trabajadores independientes y la existencia del Monotributo dan lugar a incentivos negativos en términos de cumplimiento tributario. Algo similar puede señalarse respecto de la presencia de algunos tratamientos preferenciales en el gravamen, tanto en términos de eficiencia como de equidad distributiva.

-¿Es optimista con las metas fiscales que el Gobierno se propuso cumplir este año con el FMI? ¿qué sería un buen resultado?

Un buen resultado sería acercarnos al equilibrio fiscal y lograrlo de manera que sea sostenible en el tiempo. Para ello, debe cuidarse de proteger a los sectores más vulnerables, que ya están en una situación desesperante, y facilitar el crecimiento de la economía y el empleo.

-¿Hay alguna buena fórmula de movilidad jubilatoria? A veces uno ya se marea y en los últimos cinco años cambiamos todo el tiempo. ¿Qué haría?

Lo primero que diría es que el cambio de fórmula no es la reforma previsional. El diseño de esta reforma es un tema muy complejo que solo va a mejorar la situación previsional y fiscal en el mediano o largo plazo. Es claro que, en el corto plazo, habida cuenta del gran peso del pago de jubilaciones, los gobiernos han hecho un uso abusivo de las fórmulas de movilidad para reducir el gasto. Es así como el gasto previsional se ha reducido en más de 2 puntos porcentuales del PIB. Si bien los indicadores que considero más pertinentes para definir la movilidad son la evolución de los precios y los salarios, la reducción del gasto tiene más que ver con el rezago en la consideración de los indicadores. Con inflación creciente el ajuste siempre es menor a la inflación del período. Por supuesto eso se va a revertir, ojalá, cuando la inflación se desacelere. Supongo que el gobierno actual quiere cambiar la fórmula para evitar la recomposición de haberes y el gasto cuando caiga la inflación. En todo caso habrá que ver que decide el parlamento y, posteriormente, la justicia ante los futuros reclamos.

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