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Vuelan versiones de que el Tesoro compró dólares en bloque y el mercado lanza advertencia a Caputo

En medio de la euforia por la masiva exportación agrícola -ya supera los u$s4.200 millones-, hay una pregunta que se hace todo el mercado, dentro y fuera del país: ¿quién se quedará esta vez con esos dólares, el gobierno o los ahorristas que compran para guardar bajo el colchón?

Para tener una dimensión del volumen, esa suma ya sería suficiente como para asegurar el pago del vencimiento de deuda de enero, que hasta hace una semana se consideraba con altas probabilidades de default.

Se estima que el ingreso efectivo de esas divisas del campo se concretará en los próximos tres días hábiles, por lo que es posible que ya la semana próxima se alcance el límite de u$s7.000 millones que el ministro de Economía, Luis Toto Caputo, se proponía ingresar tras el incentivo de bajar a cero las retenciones a la exportación.

Y entre los economistas y empresarios, hay un pedido que es casi un clamor: no se debe desaprovechar la oportunidad de este masivo ingreso de divisas, y se debe comprar la mayor cantidad posible para engrosar las reservas del Banco Central.

Es un pedido, claro, que lleva implícito el reclamo por el fin del sistema de banda de flotación tal como lo conocemos, y el pasaje a un esquema de libre flotación del dólar. En el régimen de banda, el BCRA se autoimpone la prohibición de comprar si el tipo de cambio no toca el piso, algo que jamás ocurrirá -hoy el piso es de $946 por dólar-.

Pero claro, hay un problema político: resultará muy difícil que el gobierno libere el tipo de cambio en pleno cierre de una campaña electoral, por el temor de que una volatilidad imprevista espante a los votantes.

Por eso, lo que el mercado está reclamando es que se opte entre estas posibilidades: o bien que el BCRA se libere de su autoimposición y comience a comprar dólares “dentro de la banda”, o bien que sea el Tesoro el que compre como un jugador más del mercado.

Tanto en la jornada del martes como en la del miércoles, hubo fuertes versiones del mercado en el sentido de que el Tesoro había intervenido, con compras en bloque, cuando el tipo de cambio llegó a $1.351. Resultó sugestivo que el volumen en el mercado de divisas fue inusualmente alto: u$s925 millones, después de varias jornadas por encima de u$s500 millones.

Hubo también versiones en el sentido de que el Banco Nación también había aprovechado la situación para comprar divisas.

Y hay operadores que sostienen que fue, precisamente, la intervención oficial lo que impidió que el tipo de cambio se desplomara a la zona de $1.320 -el cierre mayorista fue finalmente de $1.337,50-.

Versiones de intervención oficial

En principio, aunque no hay confirmación oficial sobre la compra de dólares por parte del Tesoro, ya las señales que se están viendo son motivo de festejo. Porque si hay una preocupación que dejaron ver los analistas es que no se repita la situación de junio-julio, cuando ante una masiva exportación agrícola, el gobierno dejó pasar la oportunidad de acumular una cantidad fuerte de reservas.

No por casualidad, en aquel momento fue cuando se produjo el récord en la demanda por parte de los turistas y los “ahorristas del colchón”.

En junio, los minoristas adquirieron dólares por u$s4.357 millones, contando las compras netas de billetes en los bancos por u$s2.020 millones y otras salidas netas de divisas por u$s2.308. Ese mes, incentivado por la baja temporaria de retenciones, los productores liquidaron un 87% más que el mismo mes del año anterior, y llegaron a un monto de u$s3.700 millones.

En julio, la exportación fue aun mayor, con un volumen de u$s4.100 millones. Ese mes, con más pesos en el bolsillo de los asalariados por el “efecto aguinaldo”, la demanda de los minoristas fue de u$s5.432 millones netos, con 1,3 millón de compradores en los bancos.

Esa demanda minorista -récord desde el levantamiento del cepo en abril pasado- se conformó con compras de dólares cash por u$s3.408 millones -que cuando se restan los ingresos de quienes vendieron dólares da un resultado neto de u$s2.812 millones-, y salida de divisas por u$s2.621 millones -en este segundo rubro se contabilizan pagos y transferencias desde cuentas locales al exterior.

En ese período, el tipo de cambio pasó de $1.190 a $1.357, y luego continuó su senda ascendente, mientras las ventas del campo -ya vencido el período de bajas retenciones- se desplomaba. El reproche que hacían los analistas era que, en el mejor momento de ventas del campo, el BCRA sólo aumentó sus reservas por aportes del Fondo Monetario Internacional y por la concreción de un préstamo “repo” -con bonos como garantía- de parte de un grupo de bancos internacionales.

La advertencia de una exdirectiva del FMI y la presión internacional

¿Adónde irán ahora los dólares del shock exportador? Los productores están obligados a vender en el mercado minorista pero pueden recomprar al precio del dólar MEP o del “contado con liqui” -es lo que explica que siga relativamente alta la brecha-.

Analistas del negocio agrícola afirman que ahora hay un factor que juega a favor del gobierno: a diferencia del invierno, este es un momento del año en el que los productores realizan fuertes inversiones para financiar la próxima campaña. Esto podría aminorar la vocación de los productores por mantener un stock en dólares.

Para que no se repita la misma situación de mediados de año, en la que la mayor oferta de divisas le pasó “por el costado” al gobierno, hay un pedido generalizado de que se canalicen los dólares hacia la caja oficial.

Desde Gabriel Rubinstein, ex viceministro de economía en el gobierno peronista, hasta analistas de bancos globales de inversión, están pidiendo que se busque la forma de captar esos dólares.

Y fue muy comentada la advertencia que hizo Gita Gopinath, la ex vicedirectora del FMI, quien negoció el actual acuerdo por el que se le transfirieron ya u$s14.000 millones al BCRA. La economista le contestó un tuit al mismísimo Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos, con esta frase: “Por cierto que el apoyo de Estados Unidos ayuda a prevenir movimientos cambiarios especulativos. Sin embargo, para que haya un progreso sostenible se requerirá que Argentina pase a un régimen cambiario flexible, que acumule reservas y que concrete reformas estructurales”.

Es una afirmación que sonó a autocrítica por parte de Gopinath, y que confirma las sospechas en el sentido de que el FMI será mucho menos permisivo en el futuro respecto del cumplimiento de las metas, y que no convalidará que sus dólares terminen financiando las vacaciones de los turistas argentinos.

¿El “dólar Massa” era más efectivo?

En estos días muchos en el sector agrícola recordaron los planes de incentivo del ex ministro Sergio Massa, conocidos como “dólar soja”. En aquellos casos no se bajaban las retenciones sino que se daba una cotización cambiaria preferencial. Para el productor el efecto era el mismo que el de una rebaja temporal de retenciones, pero para el gobierno peronista, había una doble ganancia: ingresaba divisas y, además, recaudaba pesos para la caja fiscal.

¿Por qué a Massa no le ocurría lo que sí le pasó a Caputo en la última venta estacional de la soja? Simple: porque había cepo cambiario. Ahora, si bien siguen rigiendo algunas restricciones para las empresas, bancos y sociedades bursátiles, está liberado el mercado minorista, lo que hace que haya un canal por el cual pueden “fugarse” esos dólares del campo.

Aquel esquema de Massa resultaba efectivo en el corto plazo pero eso no significa que no recibiera críticas. Más bien al contrario, los productores se quejaban de que encarecía costos internos. Y los economistas afirmaban que, al comprarles un dólar “caro” a los exportadores del agro y luego vendérselos un 30% más barato a los importadores, se generaba un efecto de expansión monetaria, que agravaba el riesgo inflacionario.

¿Con qué pesos?

En el equipo de Toto Caputo está muy presente el temor a que un exceso de liquidez pueda generar el mismo tipo de presiones y es por eso que hay una reticencia a que la compra de divisas las haga el Banco Central, dado que eso implicaría una emisión de pesos.

En cambio, si el que compra es el Tesoro y lo hace con pesos del superávit fiscal, consideran que no habría un impacto monetario que pueda trasladarse a los precios. Lo cierto es que el sector público tiene pesos de sobra para comprar dólares: el informe monetario del BCRA indica que hay depósitos en plazo fijo por $18 billones, que al tipo de cambio actual comprarían u$s13.000 millones.

En los próximos días -probablemente tras la nueva licitación del Tesoro por el vencimiento de $6 billones de deuda en pesos- quedará en claro hasta dónde sigue vigente el temor del gobierno por un exceso de pesos.

Lo que está en el fondo de la discusión es, en realidad, la cuestión de la demanda de pesos, que hoy está en un mínimo histórico -la base monetaria equivale a 4% del PBI, cuando en años recientes ha llegado a representar un 12%-.

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