Carlos Casella es multifacético. Eso es lo que dice su gacetilla de prensa. Pero también lo dicen sus colegas, sus amigos y la familia. Y el público que lo sigue desde que era integrante de aquel colectivo de danza contemporánea que se llamó El Descueve, a comienzos de los años ’90.
Dueño de un estilo que mezcla coreografía con música y actuación, Carlos Casella, de 55 años, estará presentando por tercera vez su espectáculo en el teatro ND Ateneo el próximo 11 de agosto.
Esa misma gacetilla asegura que este show es un desfile de canciones de todos los géneros, en el que su mirada sobre el amor y la masculinidad son el hilo conductor. El actor performático navega por clásicos universales y nuevas canciones compuestas especialmente para este evento donde su voz, su cuerpo y su imaginario lo resignifican todo de una manera sofisticada e irreverente.
Resignificar el lenguaje
“A todos nos resulta difícil este tema del lenguaje, ¿no? –asegura Casella-. Por ejemplo frases como: ‘Uy me rompieron el culo’ o ‘Me volví puto haciendo este trabajo’. Son insultos que vienen de arriba…”
-¿Y cómo haríamos para dar vuelta todo eso, Carlos?
– Bueno, es la idea inicial de Puto y Orquesta. Cómo dar vuelta esa palabra y dejarla en un lugar chic cuando siempre fue una palabra tan poco chic.
-¿Vos de chico sufrías mucho el bullying por tu condición? ¿Cuándo descubriste que eras gay?
-Jajajá. El 18 de diciembre del año…
-No te rías. Hay momentos cruciales en la vida que uno recuerda muy bien…
-Eso es verdad. Yo en la primaria era el líder de la escuela, iba a la República Dominicana, en Núñez. Tuve una infancia escolar re feliz. Me percibía sensible, frágil, amado en mi masculinidad y en mi femineidad. Ahora, cuando pasé al secundario aprendí que el mundo no era tan así.
En el secundario empecé a escuchar críticas. Como que yo tenía que ser de una forma determinada, empecé a escuchar lo que veían de mí… que era muy femenino, que era distinto. Hasta que un día dije: “Ah, me parece que me gustan un poco mis compañeros”. Y me vino una info que me hizo tomar conciencia.
-No sé, yo ya vivía mi sexualidad de una manera libre y mi familia ni se enteraba. Se enteraron más adelante, cuando ya era más natural.
-¿Tu papá qué dijo?
-Yo soy huérfano de padre desde los 14 y en mi adolescencia estaba mi mamá nada más. No había rechazo, más allá del miedo que uno mismo se crea. El pensar que no te van a querer por tu elección sexual.
Tribus de machos
Casella habla con voz carraspeante y arenosa, merced a una de todas las pestes que nos trae el invierno. Vive solo en un departamento pequeño, pero muy coqueto de Villa Crespo y el balcón está literalmente tomado por plantas de todo tipo. Y cactus. Muchos cactus. Dice que no -estaba preparado para sacarse fotos, porque además justo le salió una boquera. Producto de algún remedio, seguramente.
-¿Vos no pensás que el machismo esconde un cierto rasgo de homosexualidad?
-Bueno, hay tribus… los motoqueros, por ejemplo. Esa cosa de tener que demostrar a cada momento que sos macho, que sos hombre, el cuero. Y la tribu de hombres que vamos todos juntos por este lado y las minas por el otro. ¿Hay algo más gay que eso? No hay cosa más gay que un barrabrava.
El machismo tiene como función el dominio. Todos los machos juntos mirando el partido. Eso es una construcción en base al miedo.
-Que si levantás el dedo meñique sos un poco femenino. Y eso entonces te debilita ante la mirada de la propia tribu. Pero sí, el machismo es una construcción a través del miedo. Miedo a no pertenecer, a quedar expuesto, a ser flexible. Miedo a que te toquen el culo.
-Todavía hay hombres que no se pueden poner algo de color rosa. O ni siquiera un pantalón rojo.
-Eso… o mirá, alguna vez estuve con un chico, al que yo iba y lo abrazaba de atrás y no quería, no le gustaba. ¡No te voy a hacer nada en el cuerpo! Como que el atrás es la debilidad, hay que cuidarlo, no lo entrego. Hay algo muy instaurado de una manera histórica, grabado a fuego y es muy tóxico.
-¿Para ser gay en este país hay que ser muy macho?
-(Se ríe) No sé, pero creo que todos los que sobrevivimos al bullying de los ‘80 y ‘90 tenemos una piel dura. No sé si debo decir que hay que ser macho, pero creo que sí. Es sobrevivir a los vientos en contra. En budismo (NdeR: es budista desde hace años) hay una imanen muy linda: un avión no puede levantar vuelo si no tiene viento en contra.
Es convertir un veneno en remedio. Y hoy tengo un concierto que se llama Puto y Orquesta. Y puedo explicarle a mi mamá, que es de otra generación…
-¿Tu mamá qué te preguntaba?
-Ella me decía: “¿Cómo les vendo a mis amigas lo que es tu espectáculo?”. Y le dije: “Explicales lo mismo que te estoy explicando yo. Que durante años me decían ‘puto’ y yo salía corriendo. Y ahora digo ‘puto’ y tengo cuatro o cinco novios y elijo”.
“Las cosas no cambian de un día para el otro, yo sé”, dice. “Y algunas van y vuelven. Fijate lo que pasó en Brasil. Estaba Lula con un pensamiento re abierto y de golpe les cae un Bolsonaro con ese pensamiento anti-gay. ¿De donde salió, si esa sociedad era pura transgresión?”
Los años de El Descueve
El Descueve fue un proyecto artístico de danza creativa no tradicional ni clásica (mucho menos) que desde 1990 y hasta comienzos del 2000 estuvo integrado por cinco personas: Ana Frenkel, Carlos Casella, Gabriela Barreiro, María Ucedo y Mayra Bonard.
Mayra y María venían del taller de Margarita Balli, mientras que los otros tres habían sido alumnos del taller de danza del Teatro San Martín. Hacían de las suyas en el famoso Parakultural y luego se desparramaron en distintas direcciones.
-¿Pensás que hoy sería factible El Descueve?
-Se podría, claro. Me cuesta pensar que hoy no haya movimientos así, tal vez yo no estoy conectado. Con El Descueve teníamos pasión, deseo y juventud. Todo lo que sabíamos era que no queríamos hacer nada que ya estuviera hecho. Estudiábamos danza, pero no queríamos usar esos lenguajes tradicionales. Nos metíamos a probar.
-¡Sí! Convencíamos a los dueños de los boliches para que transformaran esos lugares en lugares para danza. A Omar (Chabán) lo convencimos para Cemento; al Gallego, el dueño de Prix, lo convencimos de que martes y miércoles tenía que hacer danzas. Así que alquiló una grada. Hicimos toda una movida, lo fundimos y estrenamos una obra que se llamaba Corazones maduros.
-Finalmente, El Descueve dejó una marca.
-Y, fue importante. En los últimos años terminamos viviendo de esos ingresos, hicimos temporada en La Plaza. Todo eso nos llevó como 16 años. Luego, a nivel generacional, cada uno tenía necesidad de hacer sus cosas y nos abrimos. Pero hubiéramos podido instalarnos comercialmente, creo.
Ahora, a la distancia, lo miro con cierta pena y pienso que nos quedamos por la mitad, quizás… Pero ya estábamos un poco desquiciados, trabajando juntos en condiciones bastante inestables.
-Y para vos fue una plataforma muy importante.
-Formativa. Mi formación tiene que ver con eso. A nivel coreográfico, producción. Teníamos una estética muy propia, éramos una creación colectiva, cinco creadores y el producto terminó siendo un híbrido muy extraño. Un polilenguaje, híbridos interesantes.
Toda la vida tiene música
Al igual que en su espectáculo anterior, Babooshka, canciones de mujer, las obras que monta Casella están bañadas en buena música. Grandes canciones de artistas y compositores súper reconocidos y de otros quizás más olvidados. Y en ese desfile incesante se cruzan Bola de Nieve con Gloria Trevi con Nicola di Bari y con Björk.
-Parece que a vos la música te representa mucho.
-Muchísimo. Pero no entraría en un formato de músico, en una banda y todo eso. Mi camino no es así. Hay cosas que me dan placer y no tienen que ver con la música. El mes pasado hice una puesta para el Colón como coreógrafo (Einstein on the beach, de Bob Wilson y Phillip Glass).
Con la música, lo que me gusta es armar diferentes combos. Tocar con un guitarrista o como en Sinfonía Diversa, con un cuarteto. Tengo unos músicos de puta madre. Uno es primer violoncello del Colón, otro toca con Santaolalla, otro hace música de películas.
-Este era un concierto que queríamos hacer hace mucho con Alejandro Terán para el Gobierno de la Ciudad, en la calle. Después hubo problemas con el título porque algunas agrupaciones no se sentían identificadas. Entonces el nombre fue vetado y se llamó Sinfonía Diversa. Que no quiere decir absolutamente nada.
El nombre quedo ahí capturado y en el momento que dije ¿qué hago? Volvió al tapete. Quería hacer el lado B de Babooshka, y dije: “Bueno, canciones masculinas, okey, canciones putísimas, las más putas que encuentre”.
-¿»Babooshka» era por aquel hit de Kate Bush?
-¡Sí! Hice una gira muy grande con ese espectáculo. Ese concierto lo hice muchos años. Me fui a Chile, España y Brasil.
-¿Tuviste algún referente en especial en tu carrera?
-No, referentes muy identificables no. Federico Moura, claro. Indefectiblemente debo nombrar una referencia de calidez masculina que es Caetano Veloso. Ney Matogrosso como show y como vocalista es impecable. Y tengo muchos referentes femeninos.
-¿Te gusta hacer cine? Trabajaste en el filme «Muerte en Buenos Aires» (2014).
-Me parece muy bueno, cuando hice Muerte en Buenos Aires me gustó que, además, cantaba. Estaba en mi salsa. El cine está bueno. Me gustaría hacer cine no solo como actor, sino pensar cine. Con El Descueve, las obras las pensábamos cinematográficamente.
-Te gusta la buena música, ¿pero cómo te llevás con el trap o el reguetón?
-No lo sigo mucho, salvo algún artista tipo Wos o Louta, que es como si fuera mi sobrino, porque es el hijo de Ana Frenkel, pero no consumo mucho eso.
-Sí, y la mía es ser artista. Está en el primer renglón de mi hoja. No tengo que olvidar que no es para nutrirme a mí solamente, sino para nutrir una red que está a mi alrededor. Los artistas vinimos a transformar, vinimos a traer y a crear belleza y a darle a este mundo ese significado. Este mundo con toda su monstruosidad tiene su belleza.
-¿Vivís enamorado?
-Soy de enamorarme, sí. Pero como hace varios años no encuentro mucho el formato, voy viendo de qué manera armarme uno. No está bien que lo diga, pero quizás estoy enamorado de varias personas. Ojo, no es todo el mismo amor. Estoy casado, me casé hace dos años con Gustavo.
-Pero no conviven. ¿O sí?
-No convivimos ni tenemos sexo. Sólo somos maridos.
-¿Tendrías hijos?
-Como un proyecto mío, no. No me interesa. Pero si algún día estuviera con una persona que lo desea mucho, a lo mejor lo acompaño.
-Poner una canción en una película de Almodóvar. Vamos por ahí. Es banal, pero tendría mucha sonoridad. A ver si se me cumple.
WD