“Querido televidente. ¿Cómo estáis? ¿Cómo os sentais hoy, día en que conmemoreramos la primera nebulización del mártir Peperino Pómoro”, son palabras que remiten directamente a Fabio Alberti y a su icónico personaje, el cura de Todos juntos en capilla, el sketch que nació en Cha cha cha -programa televisivo de culto de los ’90- y ahora vuelve, a través del teatro. La “bendición” del sacerdote que predica la palabra de aquel mártir sobre el final del espectáculo recibe la ovación y emoción del público vaporesiano -es decir, de los seguidores de aquel ciclo que en una temporada llevó como subtítulo El estigma del doctor Vaporeso-. No hay palabras para describir lo que les pasa a esos antiguos jóvenes que entre 1993 y 1997 eran devotos de Cha cha cha, un programa de humor absurdo y personajes surrealistas que se emitía por América, encabezado por Alfredo Casero, cuando empieza la función. Es un volver a vivir.
“Entre otras cosas, este espectáculo me trajo de vuelta a Buenos Aires”, señala Alberti, instalado en Uruguay desde 2018. A siete kilómetros de la población más cercana -que se llama Pueblo Edén (en Maldonado) y tiene 80 habitantes-, está la casa donde actualmente vive este actor, que popularizó personajes como Manuk y Boluda total. “En el 2001, cuando fue el corralito, me cagaron los ahorros; así que después, con lo que tenía, me compré ese terrenito, porque no iba a volver a poner la plata en un banco”, repasa Fabio.
-¿Por qué en el 2018 decidiste mudarte a Uruguay?
-Vivía en Buenos Aires, alquilaba y estaba apretado. No me parecía justo estar pagando un alquiler habiendo trabajado tanto y teniendo una propiedad. Dije: “Listo, tengo una casa, me voy a vivir ahí”. Tengo huerta, animales, amigos.
Casi se podría decir que se fue con una mano atrás y otra adelante. “Si no funcionaba, me volvía”, confiesa. En realidad, tampoco es que se fue con la vaca atada, pero tenía su pequeño negocio ya abierto allá. Un par de años antes, había inaugurado en esa casa de Uruguay un restaurante que atendía durante los veranos y que actualmente recibe clientes todo el año. Se llama Choto (@choto.uy). ¿Por qué se llama así? “Es el chinchulín del cordero”. Claro que hay una intención provocadora en la elección del nombre. “Soy un poco irreverente… Nadie le pondría Choto a un restaurante”, reconoce.
En su casa del Uruguay, Alberto abrió un restaurante al que bautizó «Choto»: toma las reservas, recibe, atiende y cocina. Y la gente, chocha. Foto: Mariana NedelcuEs un restaurante y al mismo tiempo no lo es. “Doy de comer en mi casa”, dice. La gente le avisa con anticipación, recibe a los comensales en su propia casa y él mismo cocina. Solo él. “Estoy bastante organizado”, asegura. “Es comida casera, considero que bien hecha. Nunca nadie se quejó y siempre se fueron contentos. Ahora estoy yendo bastante por el lado de la parrilla, porque me di cuenta de que el tipo que elige ir a comer al campo, quiere parrilla y no un risotto de hongos, aunque también me encanta hacerlo. Capaz en invierno hago comida de olla”, explica.
“Aparte consigo muy buen producto; no es que hago colita de cuadril, si venís a comer carne a casa, te tengo que romper la boca”. Por eso, quien pase por lo de Alberti, tendrá en su plato, por ejemplo, wagyu. “Es esa carne marmolada que se produce en Uruguay. Es carne de exportación, pero consigo que me separen una cajita para mí”, cuenta. Llegó a recibir a 30 clientes a la vez. Siempre aclara que es su casa y no hay ninguna formalidad en la atención. En el verano, tiene una galería en el jardín; en el invierno, la gente come en el living de su hogar. “Me gusta cocinar, me gusta ser anfitrión, lo disfruto y conocí un montón de gente a través de esto”, afirma.
-¿Ningún cliente te pide que hagas alguno de tus personajes?
-Nunca me tocó un pelotudo…
-En tal caso, podría haber sido un fanático.
-Es que está lleno de pelotudos… que se pueden poner pesados. Con toda la oferta gastronómica de la zona, si vos elegiste ir hasta ahí, que tenés que organizarte con tiempo, me llamaste, te mandé las indicaciones por audio para que no te pierdas, venís predispuesto de una manera. El que llegó hasta ahí, alguna onda tiene.
Uno de sus personajes más ovacionados en la sala es el de «Boluda total». Con su humor ácido y personajes icónicos, el clásico de la televisión argentina protagonizado por Alfredo Casero y Fabio Alberti, se reinventa en una experiencia teatral única.Tiene 60 años y es padre de dos hijos. Uno trabaja para una multinacional y el otro es psicólogo en un hospital público. Alberti está de novio desde principios de este año con una joven licenciada en Bellas Artes, retratista y estudiante de Arquitectura. Se conocieron por las redes sociales, a raíz de una consulta que ella le hizo sobre el restaurante y, a pesar de la distancia, el vínculo continúa: ella vive en Argentina y Fabio, en Uruguay: tanto, que él viene solo para el espectáculo y el domingo se vuelve hasta la función siguiente. “Soy una figura pública, por eso en las redes soy muy serio, no ando tiroteando a la gente. Pero empezamos a hablar, se fue dando y nos conocimos”, cuenta el actor. Suena el celular y sabe que es su novia. Configuró un sonido especial para distinguir que es ella quien lo llama.
Hijo de un médico (ya jubilado) y una ama de casa, mientras hacía el servicio militar se anotó -aunque solo una vez pisó la universidad y se sentó al fondo- en la Facultad de Economía de la UBA, “para tener un certificado de que tenía que ir a la facultad y me largaran antes”. La estrategia funcionó, pero la carrera no la siguió. Aunque se dedica a la gastronomía, no descarta los proyectos artísticos. Hace dos años participó en la serie de Armando Bo, El presidente. Este año fue parte de un corto que quedó seleccionado en un festival internacional de José Ignacio. Y hace shows en su casa, incluso con Alfredo Casero: “Todo el tiempo estoy generando cosas”.
Siempre le gustó la cocina y, antes de irse a vivir a Uruguay, tenía su puesto de hamburguesas en el bajo de San Isidro, El puesto de Fabio. “Fue un éxito”, recuerda. “Yo hacía shows ahí mismo”, repasa. Pero cuando la cosa se empezó a complicar, tomó la decisión de marcharse. Siendo un hombre de ciudad de toda la vida, se la jugó por la huerta y las ovejas. Y estando allá, siguió escribiendo y haciendo shows en Maldonado, Punta del Este, Montevideo…
Sobre religión y salsas
Y su clásico, el «Peperino Pómoro» con el que el público de la sala se descostilla de risa. Con su humor ácido y personajes icónicos, el clásico de la televisión argentina protagonizado por Alfredo Casero y Fabio Alberti, se reinventa en una experiencia teatral única.-¿Qué relación hay entre Peperino Pómoro y el hecho de que hayas estudiado en San Juan el Precursor, en San Isidro?
-Debe haber alguna relación. En realidad el personaje está inspirado en un cura que se llamaba Marcos Pizzariello, que hacía los cierres de transmisión de Canal 9. En la tele, a las 12 de la noche terminaba la transmisión y ponían las barras de colores. Y antes de eso, este cura daba un sermón de dos minutos. Furciaba mucho y me causaba gracia. Igual, sí, es cierto, tengo educación católica. Fui a un colegio católico y sé cantar Salve Regina en latín.
Aunque la prédica de este discípulo de Peperino es disparatada, el discurso bíblico -aunque totalmente distorsionado y ridiculizado- se reconoce en el relato. “Me subía al tren y me encontraba seminaristas que me decían: ‘Me cago de risa con el personaje’ o ‘Sos igual a mi profesor de teología’”, asegura Alberti, que por otro lado padeció las críticas de un grupo duro del catolicismo. “No era un sector de la Iglesia, era la Fundación Argentina del Mañana, ni siquiera era la Iglesia, eran unos fanáticos. Creo que el personaje no era ni es ofensivo. Me parece mucho más ofensivo para la Iglesia el Padre Grassi que lo que pueda hacer yo, ¿no?”.
Aunque todos le dicen Peperino, el personaje no tiene nombre y Peperino es el mártir sobre el que el sacerdote predica. Desde hace diez años, existe la salsa Peperino Pómoro, creada por él y producida en Mendoza, aprobada por Dolly Irigoyen.
-¿De dónde sale el nombre de Peperino Pómoro?
-Creo que lo soñé. Yo creía que había salido de una poesía de Alejandra Pizarnik, pero cuando lo busqué no lo encontré. Así que no debe haber sido así. Para mí en la poesía decía Peperino Pómoro, pero si alguien lo hubiera leído, me habría dicho.
Alfredo Casero es la otra pieza fundamental de este fenómeno de la TV llevado a la calle Corrientes. Con su humor ácido y personajes icónicos, el clásico de la televisión argentina protagonizado por Alfredo Casero y Fabio Alberti, se reinventa en una experiencia teatral única.-¿Cuál es hoy tu relación con la iglesia o la religión?
-Rezo cuando me subo al avión. Ahora rezo porque mi oveja está por parir y yo estoy acá, y rezo para que los zorros no me coman los corderitos.
-¿Rezás con convicción?
-Sí, sí, sí. En los momentos difíciles todos creemos.
La oveja por la que reza es Dana y pertenece a una raza nueva que se llama dorper, y está “preñada de mellizos. Es un laburito que estoy empezando. Mi idea es producir carne y el emprendimiento es Choto cabeza negra”, cuenta.
El actor «por casualidad»
Empezó a actuar por casualidad. “Yo leía mucho. Tenía un director de lecturas que era un sueco que trabajaba en La Boutique del libro y me iba guiando en las lecturas. Además era director de teatro y empezó a dar clases, me invitó a ir y como me quedaba cerca, fui”. Para ese entonces, Fabio tenía más de 20 años. Y como le gustó, luego estudió con Ricardo Bartís, Pompeyo Audivert y Alejandro Urdapilleta. “Ellos son mis maestros y de ahí creo que viene un poco mi humor”, repasa.
En el teatro hace Boluda total, una parodia de programa “para la mujer”, con una conductora bastante ingenua, que ni siquiera se ofende cuando le gritan “boluda”, más bien, lo agradece. Ese sketch nació como Mañanas al pedo, en Cha cha cha y devino en Boluda total, con Coty Nosiglia -nombre que adoptó el personaje-, en Todo por dos pesos. “Estuvo inspirado en el mito de la señora casada con un productor televisivo, que estaba al pedo en su casa y el marido le ponía un programa de cable para que se entretenga”, repasa la génesis del personaje.
“Boluda es un personaje que tiene vida propia, no tiene techo. Hasta tiene dos libros escritos. Uno es El manual de boluda total y el otro es Cocina boluda, con recetas de verdad, pero con humor. Tanta vida propia tiene que estuvo en tele con Susana Giménez y Mariana Fabbiani«, reconoce.
Alberti dice que «con Alfredo tenemos una amistad». Con el resto de sus ex compañeros no tanto.Otro personaje de Alberti que despierta pasiones es Manuk, aunque él mismo dice algo así como que es una “pavada”. “Surgió inspirado en un programa de Raúl Portal, donde había un juego que era ‘Haga reír al conde’”, recuerda.
De Casero a Capusotto
-¿Cómo es tu relación con Alfredo (Casero)?
-De toda la gente con la que trabajé del medio artístico, con la única persona con la que tengo relación es con Alfredo. Es con el único con el que siempre seguí en contacto. Y cuando pienso eso, pienso que es la persona con la que empecé en De la cabeza; empezamos juntos. Tenemos una amistad. Con los demás, está todo bien con todos; fuimos más o menos amigos durante el trabajo, pero después se diluyó la relación.
-¿Con Capusotto?
-Con Diego hace un montón que no hablo. Está todo bien con él, incluso la última vez que hablé le dije que nos juntemos a comer un asado. Pero hace mucho que no hablo con él.
La función tiene una duración promedio de dos horas, pero la dosis de improvisación de Casero puede hacer variar esa extensión. Sobre el escenario, la sensación es que Alberti se mantiene en la rutina del show y que Casero -atento a que todo funcione bien- puede salirse de libreto. “Alfredo es impredecible y yo también lo soy”, dice Alberti: “Sé que le puedo dar miedo si quiero… Por ahora estoy tranquilo, pero tal vez lo sorprenda en la última función”.
-¿Qué representa para vos volver con Cha cha cha?
-La rectificación de que lo que hicimos estaba muy bien hecho. Porque, que 30 años después siga funcionando, de alguna manera habla de que estábamos adelantados.
Cha cha cha en el teatro es una fiesta; una verdadera celebración donde una comunidad de fanáticos cincuentones, que comulgan el mismo tipo de humor, ese que alguna vez Alfredo Casero llamó “solo para entendidos”, vuelven a llorar de la risa.
Alfredo Casero y Fabio Alberti hace 30 años, en la pantalla de América.Con un elenco que conserva actores del programa original y otros nuevos, Cha cha cha se presenta jueves, viernes y en la trasnoche de los sábados en el teatro Metropolitan. Con Alfredo Casero, Fabio Alberti, Romina Sznaider, Diego Rivas, Lito Ming, Leo Raff, Flavio González, Alejandra Galitis, Javier Bacchetta y Akari Yonq. En el teclado, Humberto Spallina. Hay algunos cambios con respecto al elenco que se anunció -y que incluso figura en el programa de mano-; por ejemplo, Santiago Ríos iba a estar, pero finalmente no es de la partida.
La intención es que el show vaya mutando y cambien los personajes. Alberti dice que le gustaría que así fuera, por el público -para que vea distintos sketches cada vez- y por él, así no se aburre de hacer siempre los mismos.
“Gracias por volver”, les dice la gente a la salida del teatro. “Hace mucho que no lloraba de risa”, le escriben por Instagram. Y a Fabio eso le parece genial. Reconoce entre el público a gran parte de esa generación que los seguía en la tele, pero también a gente más joven que los conoce a través de las repeticiones del programa o videos que circulan por las redes sociales.
Un clásico de la TV de los ’90
El programa se emitió entre 1993 y 1997 por América TV. Iba los miércoles a la noche, protagonizado por Alfredo Casero, Fabio Alberti y Diego Capusotto. Los canales I Sat y Volver pasaron las repeticiones en diferentes períodos.
Cha cha cha surgió luego de que se disolviera el grupo de actores que hacían De la Cabeza, en el que estaban Casero y Alberti, entre otros. Terminado el ciclo de Cha cha cha, Alberti y Capusotto encabezaron Todo por 2 pesos. En todos los casos la esencia de los programas era el humor absurdo, que invita a reírse del sinsentido.
Hubo otro programa que se encuadraba dentro de un estilo semejante; fue Delicatessen, con Alberti, Capusotto, Horacio Fontova y Damián Dreizik, pero estuvo poco tiempo en el aire, y Alberti dice que iba por otro lado. “Incluso tenía risas grabadas”, aclara, para marcar la diferencia.
Si bien está más volcado a su rol de gastronómico, Alberto volvió a la televisión para ser parte de la serie «El presidente», dirigida por Armando Bó.¿Y qué pasó son ese humor que se expresó en esos programas de culto? “Lo que pasa es que desde hace mucho tiempo murió el humor en la tele”, sentencia Fabio.
Info
Las funciones son los jueves a las 20, los viernes a las 23:30 y los domingos a la 0.30 (o sea, la trasnoche del sábado). En el teatro Metropolitan (Av. Corrientes 1343). El show iba a presentarse hasta mediados de noviembre, pero por la alta demanda del público agregaron funciones el domingo 17 y el viernes 22 de noviembre.