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Hasta Mirtha Legrand fue a la reinauguración del Teatro Alvear

Como en aquellas noches de bendecidos estrenos, hubo reapertura de gala en el Teatro Presidente Alvear: alfombra roja, Mirtha Legrand, flashes, famosos y besos voladores.

Un frío escandinavo puso todo el acto en FF y entre las 19 y las 20 pasó rauda la fauna artística y política con un telón de fondo de protesta insoslayable. El griterío confundía devoción con repudio.

En términos teatrales podría hablarse de una involuntaria «experiencia inmersiva», donde los actores tenían que revitalizar sus sonrisas de dientes fosforescentes para captar la atención: una presunta ONG protestaba contra la fórmula Larreta y Morales. Lo hacía a metros del teatro, pero no con cantitos de cancha, sino con coplas alusivas a los candidatos.

El candidato a jefe de Gobierno porteño Jorge Macri, con su esposa, María Belén Ludueña, y José Sacristán. Vieron la obra desde un palco.

El candidato a jefe de Gobierno porteño Jorge Macri, con su esposa, María Belén Ludueña, y José Sacristán. Vieron la obra desde un palco.
Anoche, casi diez años después, se subió el telón del Teatro Presidente Alvear (ahora, Teatro Alvear, a secas) con el estreno de Edmond, una obra del francés Alexis Michalik. Así se clausuró un período de largo silencio de la sala. Ubicado en la avenida Corrientes al 1600, con una puerta y marquesinas renovadas, la ceremonia repleta de figuras intentó que predominara el clima festivo por la reapertura de la emblemática sala porteña.

La primera obra que se puede ver, Edmond, cuenta la historia de cómo se escribió Cyrano de Bergerac. Esta versión local de la pieza se estrenó interpretada por Miguel Angel Rodríguez, Felipe Colombo y Vanesa González.

Moria Casán y Fernando

Moria Casán y Fernando «Pato» Galmarini, antes de ingresar a la sala.
En una inauguración previa a la gala de esta noche, el ministro de Cultura de la Ciudad, Enrique Avogadro, dijo: «Estamos felices de reabrir esta sala que tanto valor tiene para la comunidad teatral y para los vecinos y turistas de la ciudad; todos los que viven y visitan la ciudad van a poder disfrutar del queridísimo Teatro Alvear».

Un reflector a lo Ciudad Gótica pegaba contra los edificios de enfrente. La fila de famosos sobre Corrientes era el deleite de fisgones y cholulos. Una hilera prolija y civilizada de figuras que desembocaba en un gazebo. De ahí, directo a la alfombra roja iluminada de cámaras.

«Edmond», la obra elegida para la reapertura, con Vanesa González, Felipe Colombo (foto) y Miguel Angel Rodríguez.
Ahí vienen Moria y el Pato Galmarini. Muy cancheros, fueron de los primeros en llegar. «¿Qué estás haciendo Pato? ¡¿Dejate de joder…?!»

Detras de un vallado, entre los manifestantes políticos, había gente común y silvestre levantando los teléfonos para retratar el equivalente a cien elencos. Había de todo. ¿Ese es Larry de Clay? «¡Sí, papá, Larry…!» Ricky Pashkus estaba por pasar a la alfombra roja, pero el Chavo Fucks pidió permiso y se le coló. Estaba apuradísimo, se ve.

Mauricio Dayub, otro de los invitados.

Mauricio Dayub, otro de los invitados.
Germán Tripel, el «Tripa», según se escucha, llegó vestido como Johnny Depp en Piratas de Caribe. Alejandra Radano, risa va, risa viene, toda de color mandarina, Moldavsky charleta y Malena Solda, discreta antes que tímida. Todos a la alfombra roja.

Pachano, serio o recién levantado, entra en escena. A Pachano le piden que espere un segundo. Se ve que era el turno del ministro Avogadro.

María y Paula Marull. El teatro estuvo cerrado durante casi una década.

María y Paula Marull. El teatro estuvo cerrado durante casi una década.
El comediante recién logró recuperar el habla cuando se le acercó el micrófono de Implacables.

El momento de mayor revuelo, antes de la llegada de Mirtha, fue con una suerte de reverencia hacia José Sacristán, todo un galán maduro escoltado por varias mujeres y un arlequín. Sacristán tiene unas piernas finitas que bailan rock en el corderoy. Un caballero, el visitante español que está representando una obra en Buenos Aires, se hizo todo el tiempo del mundo para posar mientras mostraba con orgullo la entrada al teatro.

Enrique Avogadro saluda a Aníbal Pachano.

Enrique Avogadro saluda a Aníbal Pachano.

Las estrellas del Alvear

El Alvear fue inaugurado por primera vez el 22 de abril de 1942. Es el segundo más grande del Complejo Teatral de Buenos Aires (CTBA), después del San Martín, y tiene una capacidad de alrededor de 800 espectadores, distribuidos en platea, pullman, tertulia y un sector de palcos.

Por su escenario pasaron Tita Merello, Mariano Mores, la orquesta de Anibal Troilo, Roberto Goyeneche, Hugo Midón y Roberto Carnaghi, entre muchos otros.

Roberto Moldavsky, abrigado con campera.

Roberto Moldavsky, abrigado con campera.
La artista y escenógrafa Julieta Ascar tuvo a cargo la concepción estética de la restauración arquitectónica teatral, y el diseño de renovación de la caja escénica.

Buscando combinar oficios tradicionales con nuevas tecnologías, Ascar tomó como punto de partida revitalizar las formas orgánicas de la arquitectura original del auditorio, incluyendo la paleta cromática recuperando materiales tales como bronces, madera y colores originales de pintura.

¡Momento! Llega Jorge Macri, acompañado de María Belén Ludueña. Pobre Eleonora Wexler: quedó compartiendo alfombra roja con la pareja política y miraba como diciendo: ¡¿es necesaria semejante coincidencia?!

Alejandra Radano y José María Muscari.

Alejandra Radano y José María Muscari.
Después llegó gente que parecía haber huido del Canal Volver. ¿Cómo se llamaba esa mujer? «Andrea Bonelli». ¡Andrea Bonelli… clá! Pasó Mauricio Dayub y dio una nota larga para la tele. «Re macanudo», comentó depués el cameraman .

A un agente de prensa conocido le llegó el dato: «Está en el Mercedes Benz». En un segundo, los de la protesta se callaron, el cerco desapareció casi por arte de magia y entró el auto que traía a Mirtha Legrand. Los de Seguridad se pusieron nerviosos. «Podés correrte, boludo…», le pidieron amablemente a este cronista.

Aullidos, saludos, fotos y más fotos, Mirtha, que sabe mirar al costado, dirigió su cara hacia la tribuna y se metió, abrigada de Polo Norte. Una vez en el hall del teatro volvió a sonreír. Y lo hizo como en los almuerzos. 

POS

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