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Un Alfredo Casero desbordante e histriónico en el regreso de Cha Cha Cha, con Fabio Alberti de coequiper y sin política

¡De pie, señores! Volvió Alfredo Casero. Démosle las gracias y de paso pidámosle disculpas por haber sido tan cabezas de termo de no poder separar al artista del ciudadano vehemente. Casero es el dueño de un registro único, un humor que prácticamente introdujo y él mismo se encargó de dinamitar. Qué lindo es el absurdo, qué sanador.

El secreto debe estar en que donde otros actúan, él simplemente es. En el pasado, cuando compartían programa, hasta Diego Capusotto parecía apichonado ante la presencia cegadora de Casero. Muy raro que alguien sepa pensar de esa manera. Pero la incoherencia hace bien, es romántica, es como el pogo de la ironía.

Lo pensás al salir de un teatro repleto donde ayer jueves, tres décadas después, se estrenó Cha Cha Cha, el icónico programa humorístico de la tele, ahora en modo teatro. Y lo pensás habiendo agotado las endorfinas de tanto reír.

Un arte con el ojo en compota el absurdo. Quizás no es la libertad de elección la que carga de sentido a Casero, sino la libertad de ser el mismo sin necesidad de disimular.

Disculpe, Casero, ¿usted improvisa?

Un Batman entre el público. Alfredo Casero, en el regreso triunfal de “Cha Cha Cha”.   Con su humor ácido y personajes icónicos, el clásico de la televisión argentina protagonizado por Alfredo Casero y Fabio Alberti, se reinventa en una experiencia teatral única.Un Batman entre el público. Alfredo Casero, en el regreso triunfal de “Cha Cha Cha”. Con su humor ácido y personajes icónicos, el clásico de la televisión argentina protagonizado por Alfredo Casero y Fabio Alberti, se reinventa en una experiencia teatral única.El espectáculo, al menos en la primera función, duró casi dos horas y media. Cómo ha cambiado Casero desde que se hizo conocido hasta hoy, y qué fácil resulta descubrir esos cambios a partir de un hombre que, para empezar, fue gordo y ahora no lo es.

El problema está cuando se le pone por delante un ser humano común y silvestre. Periodistas, por ejemplo, “tipos que me dicen ¿improvisás, improvisás?”, como suelta con tono burlón en mitad el show. Debe irritarse porque se lo preguntan como si improvisar fuera un pecado. ¡Por supuesto que debe improvisar! Nadie en su sano juicio puede imaginar que semejante delirio esté escrito en alguna parte.

En la noche del jueves 10 de octubre, Casero hizo lo que quiso y eso es lo que lo volvió ídolo para una generación entera que luego, salvo el bastión de Capusotto, no tuvo tanto para elegir. Anoche monologó, cantó, actuó su Batman, uno de los mejores de la historia junto al de Adam West.

En plena pandemia nos había dicho que quería volver con su Cha Cha Cha. «Tengo los medios que se necesitan. Estoy armando el primer streaming para empezar a cargar los programas en una plataforma. Me quiero reinventar. Quiero empezar de abajo”.

Ante la consulta de qué iba a hacer con Capusotto, Alberti, Mex Urtizberea…, él decía: “Tengo que hablar con Alberti. Con Capusotto no tengo contacto hace mucho tiempo y no creo que se dé. Me encantaría, sería un sueño pero no tengo plata. La cosa pasa por otro lado. Lo que se viene ahora es una cuestión amorosa”.

Y eso se notó a rabiar. Tardó en subirse al escenario del Metropolitan. Pero tardó como media hora. Las luces encendidas, la banda tocando en vivo a un costado. Casero entre el público, en la platea, el palco, con extras infiltrados y diálogos delirantes. Una ovación de cancha lo recibió.

Fabio Alberti y Alfredo Casero, dos de los actores originales de Fabio Alberti y Alfredo Casero, dos de los actores originales de «Cha Cha Cha». Con su humor ácido y personajes icónicos, el clásico de la televisión argentina protagonizado por Alfredo Casero y Fabio Alberti, se reinventa en una experiencia teatral única.“Cha Cha Chá salió de pedo”, nos comentó. “De no hacer la fuerza que hice, la tele no le hubiera dado importancia al producto. Hoy hacer reír es lo más importante que puedo hacer”.

Su estilo, el estilo de Casero, desparejo y errático, a veces se confunde con un talento excesivamente ubicuo que puede encontrarlo, como ocurrió, en la música, en el rol de capocómico y, por qué no, en las tiras de Adrián Suar.

Lo real es que sin su densidad escénica probablemente nos estaríamos perdiendo algo. Uno puede vivir sin ese “algo”, pero no vale la pena. Conocimos el absurdo, la rotura de la lógica, no por Ionesco, no por Beckett sino por la televisión. No es un dato menor. ¿De qué nos está hablando la tele de hoy sin gordos Caseros al aire?

La fila para entrar daba vuelta la esquina. Una cola de culto. Y no eran personas parecidas a Santiago Caputo. Más bien eran jóvenes de ayer, seguramente mucho ex psicobolche, gente que debe haber ido a Cemento, ninguno por debajo de los 45 años. Cha Cha Cha es menos trasversal que Vilma Palma. Y que Peter Capusotto y sus videos.

En un momento, en medio de la demencia de un show que parece hecho de restos diurnos, Casero agradece como un cantante de boleros a todos los que llenaron la sala y no se dejaron llevar por ese otro Casero que anida en el living de su consciencia. En un espectáculo anterior, uno decididamente político, en la época en que puso a 60 mil personas en una plaza a gritar “flan”, lanzó una confesión que no se consigue en ninguna iglesia: “A veces me doy asco”. Había dejado el absurdo por la provocación. De lo irracional a lo reaccionario, al parecer, solo hay un paso.

Alfredo Casero y el resto del elenco, en el saludo final de Alfredo Casero y el resto del elenco, en el saludo final de «Cha Cha Cha». Con su humor ácido y personajes icónicos, el clásico de la televisión argentina protagonizado por Alfredo Casero y Fabio Alberti, se reinventa en una experiencia teatral única.

Aplauso, medalla y beso para Fabio Alberti

Ahora entra Fabio Alberti y es como cuando Kiss juntó a los integrantes originales. Un tsunami de calidez para una figura realmente entrañable. Para alguien que se le anima a la comparsa mental del monstruo que tiene de coequiper. Complicado seguirle el tren a Casero. Ahí sí hay que guionar, encadenar chistes, generar remates.

Aplauso, medalla y beso para el recuerdo de Boluda Total y bendiciones para Peperino Pómoro, el mártir de ficción, el Mil Horas de Cha Cha Cha, un personaje que le hubiera quedado radiante a Daniel Rabinovich (Les Luthiers).

“La pasé como el orto hasta llegar hasta acá”, dice Casero agradecido, en medio de algún ajuste técnico de luces (esto es un ensayo con muchísimo público). El frontman habla un poco, canta en japonés un pedazo de Shimauta, después la canta entera. Entra en el humor de Olmedo y es como si le sobrara, menciona a Milei, frunce el conocido entrecejo, uno teme derrapes, pero por suerte no. Por suerte preferirá ponerse un disfraz de gorila y mezclarse otra vez entre la gente.

Información

Cha cha cha se ve en el Teatro Metropolitan (Corrientes 1343). Además de Alfredo Casero y Fabio Alberti, participan Romina Sznaider, Diego Rivas, Lito Ming, Leo Raff, Flavio González y Gustavo Ciancio. Entradas a la venta por plateanet.

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