Los barceloneses Dorian han cumplido 20 años. El vigésimo es un aniversario redondo que otros grupos celebran con discos en directo o recopilatorios, artefactos que permiten hacer balance y presumir de legado. Ellos no. “Hemos querido celebrar los 20 años de Dorian publicando uno de los mejores discos de nuestra carrera”, afirma con un aplomo envidiable Marc Gili, cantante, guitarrista y principal compositor. Se refiere a ‘Futuros imposibles’, el séptimo elepé de estudio de la banda (el décimo en total), que ve la luz este mismo viernes. “Pensamos que será un disco importante en nuestra trayectoria -añade Gili-. No hay mejor manera de cumplir años que mostrando salud creativa y ganas de dar guerra”.
‘Futuros imposibles’ es un álbum que deja de lado la experimentación con otros géneros musicales que Dorian cultivó en su anterior disco de estudio, ‘Ritual’ (2022), para volver a lo que Gili denomina “la marca de la casa: sintetizadores gigantes, guitarras afiladas, baterías enormes, bases pregrabadas y letras melancólicas”. Un “regreso a la esencia” que convierte a ‘Futuros imposibles’ en algo así como la tercera parte de una trilogía que se inició con ‘La ciudad subterránea’ (2009) y siguió con ‘Justicia universal’ (2018), acaso los dos títulos que mejor han definido hasta ahora el ‘sonido Dorian’.
Las letras más personales
También la orientación de las letras, mucho más personal, distingue a este nuevo elepé de ‘Ritual’, donde el discurso social tenía bastante más peso. “Aquel disco se compuso en plena pandemia, una época en la que todos salimos un poco de nuestro ensimismamiento individualista y nos empezamos a mirar como colectivo. Pero en estos últimos tres años, tanto a nivel de banda como personal, nos han pasado muchas cosas potentes, hostias que te da la vida, y por eso esta vez me apetecía volver al yo y a la experiencia vital más profunda”. El resultado, dice Gili, es “el álbum más autobiográfico de Dorian”.
Entre esas “cosas potentes” que les han pasado, la que más ha marcado al grupo es la ruptura sentimental de Marc Gili y Belly Hernández, la otra cara visible de Dorian (donde está al cargo de los sintetizadores, los arreglos y las armonías vocales), tras casi dos décadas de relación. Fue una separación que “estuvo a punto de hacer volar a la banda por los aires” y cuya onda expansiva ha llegado hasta las letras de al menos tres de las canciones de ‘Futuros imposibles’: ‘Algo especial’, ‘Por ti’ y ‘Elegía’.
Superar el duelo
“Si tuviera que resumir de qué habla el disco, diría que de la importancia de saber pedir perdón y de saber perdonar -explica el cantante-. Sin el perdón no se puede volver a empezar, es la guerra. También habla de la superación positiva del duelo, de lo importante que es ser capaz de focalizarte en los buenos recuerdos, en todo lo que has aprendido y compartido, y, al mismo tiempo, de tener el coraje de desengancharte de esa persona emocionalmente. Poder seguir avanzando sin cargar una mochila de rencor y de reproches es esencial para la salud mental”.
“No hay dolor si perdonas / no hay rencor si lo sueltas”, dice el estribillo de ‘Por ti’, la primera canción en la historia de Dorian en la que Belly Hernández asume la voz principal. Dicho así parece fácil. La realidad, con la incertidumbre sobre el futuro de la banda de por medio, no lo fue tanto. “Dorian es el proyecto de nuestra vida y teníamos que superar esto como fuese -señala Hernández-. Pero es verdad que en el fragor de la batalla lo ves todo muy oscuro y no sabes si podrás con ello. Ha habido que hacer un trabajo personal muy fuerte, que ahora se puede explicar con sencillez pero que en aquel momento resultaba muy difícil. Nosotros tuvimos que pasar por ese proceso y lo conseguimos, gracias en buena parte a la ayuda de nuestros compañeros de grupo”. Buen momento para citar sus nombres: Bart Sanz (bajo) y Lisandro Montes (teclados, guitarras y programaciones).
‘Futuros imposibles’ es un disco atravesado por la pérdida que se acaba convirtiendo en una oda a la supervivencia. Es un relato aplicable también a la propia historia de Dorian, un grupo que nació justo en el momento en el que la venta de discos empezaba a recular, propiciando con el tiempo el colapso del sector. “Hemos vivido en crisis discográfica toda la vida. Yo ya no sé vivir sin crisis”, se ríe Gili. Por otro lado, el desmantelamiento de la industria ha permitido a la banda acceder a mercados como el latinoamericano (donde tienen una nurida base de seguidores) sin perder su independencia. “Al principio no teníamos capacidad de llegar a mucha gente si no había una gran estructura detrás que lo permitiera, había muchos filtros -relata Hernández-. Ahora, trabajando duro, puedes llegar a tu público potencial de una manera muy directa y eso nos da mucha autonomía”.
Una dinámica «monstruosa»
La cara menos amable de ese proceso es la casi obligación que se impone a los grupos actuales de producir canciones a un ritmo demencial para alimentar las redes sociales y las ‘playlists’ de las plataformas. “Hemos decidido que no vamos a entrar en esa dinámica -asegura Gili-. La industria de la música se ha convertido en una granja de gallinas poniendo huevos sin parar, y eso es monstruoso. No puedes estar todo el rato persiguiendo la zanahoria porque acabas reventado. Lo que tienes que hacer es buena música y confiar en que esta vaya tirando del público. Nosotros tenemos ahora un álbum brillante y lo defenderemos hasta la muerte”.
Y para defenderlo (esperemos que no hasta la muerte), Dorian se embarcará el 7 de noviembre en una larga gira que empezará en salas de ciudades españolas (el 12 de diciembre recalará en la barcelonesa Razzmatazz), saltará a América en primavera, volverá a España para hacer el circuito de festivales en verano y cruzará de nuevo el Atlántico a finales de 2025. Año y medio en la carretera. “Tenemos unas ganas enormes. Somos animales de directo. Nos encanta”.