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Fuego en la sala de máquinas

El gobierno pisa hielo delgado en estas horas. La señal más inquietante es la renuncia del senador clave para integrar la Comisión más importante del Congreso.

En la tarde del jueves el salteño Juan Carlos Romero comunicó su salida de la Comisión de Trámite Legislativo, la que avala o no los DNU que firman los presidentes. Decisiva en el caso de un gobierno que tiene una opción reverencial por los decretos. Romero es el mago que construyó el entendimiento de bloques amigos del gobierno, para lograr los 39 votos que le permitieron en diciembre pasado sacar al peronismo cristinista de la administración de la casa.

Ese entendimiento entró en emergencia por disidencias internas que se exhibieron en la votación que rechazó el DNU 70. En la semana que pasó, varias comisiones no pudieron sesionar por la resistencia de senadores de provincias como Santa Cruz y Río Negro, entre otras, a dar el número para tratar proyectos.

Se han puesto del lado de sus gobernadores que reclaman que cese el maltrato hacia esos distritos por parte del gobierno. Mitiga la preocupación el hecho de que el gobierno es un estilista de los cambios de rumbo. Hace y deshace lo hecho a las pocas horas. De la misma manera como inventa sus dramas y sus adversarios.

Los problemas que enfrenta no son tan grandes como dice – los agranda, cuando no agrava los ya existentes – pobreza, desempleo, recesión. Tampoco sus adversarios lo son tanto. Navega junto a lo que fue Cambiemos, no irrita al peronismo que se fue, y cree que se va a salvar manejando el “castómetro”. Corre el riesgo de creer, como otros gobiernos, que gobernar es hacer campañas de publicidad.

Los DNU en problemas

Ese trizamiento del frente oficialista hace peligrar la suerte en el Senado de la versión mini de la ley ómnibus en el caso de que fuera aprobada por los Diputados. Pone también en peligro el tratamiento favorable del DNU firmado por Javier Milei con una fórmula polémica de movilidad de las jubilaciones.

Romero no hablará, porque es consciente de que debe preservar a ese arco de mayores disidencias, que puede aprovechar la oposición. Si hablara explicaría que se cansó de que los funcionarios del gobierno no den explicaciones al Congreso y que el bloqueo del cristinismo en la Cámara no es resistido con ingenio por el oficialismo.

También que se cansó de la frialdad con la que senadores de La Libertad Avanza toman las iniciativas de su propio gobierno. Esa frialdad ha impedido que la Comisión de DNU se haya reunido a revisar los decretos que están pendientes de aprobación de Mauricio Macri y de Alberto Fernández, según una agenda que él se esforzó por armar. Diría que prefiere concentrarse en otras comisiones que integra y que tienen proyectos más viables, como el que presentó para una reforma laboral.

Si hablase, también apartaría de sus quejas a Victoria Villarruel. Señala más a Olivos. Al punto de que insistió en la renuncia pese a que algunos operadores del oficialismo estaban preparando una reunión de ese interbloque con la cúpula del gobierno, que ocurriría en la semana que se inicia.

La Auditoría y la Corte marcan el rumbo

El gobierno demora formalidades obvias, como poner en conocimiento público la letra final de proyectos cuya aprobación inmediata le reclama al Congreso. El desaire que produce en la colectividad de partidos encarece el precio de los apoyos.

Los gobernadores de la foto del jueves y los legisladores que están solos y esperan emprenden caminos propios que el gobierno debería aprovechar antes de que comiencen a producir daños bajo la línea de flotación.

El sigilo con que negocia cargos en la Suprema Corte de Justicia, la Procuración y la Auditoría General de la Nación proyecta luces y sombras sobre cuál es el proyecto del gobierno para el mediano y largo plazo. Si aplica a estos asuntos la misma táctica con la que gobierna, Milei está cerca de usar estas negociaciones para dividir a sus socios del PRO y la UCR, y a estos bloques entre sí.

Si quiere construir un partido propio de alcance nacional le conviene tenerlos divididos y peleados entre ellos. Milei no parece un constructor de poder. Usa el poder ajeno para solventar su debilidad de origen, así como no quiere un gabinete – y demora su integración – quiere a los partidos en coma inducido, como él hace con su propio gobierno.

Se entiende: si hay muchos funcionarios designados y empoderados – como dice la neoparla -, cada cual con su iniciativa, la administración hace músculo y genera poderes que después hay que administrar, y pueden debilitar al que manda. Mejor que nada crezca mucho. Y si algo crece, bonsái. La prueba es la suerte de los funcionarios del área de Trabajo. Los echan antes de ser designados.

Escenarios

• Algunos se preguntan cuánto va a esperar Milei para hacer algún acuerdo con el peronismo que mantiene un centenar de diputados, y a los 33 senadores, y al que ha halagado subiendo al gabinete a figuras importantes de la gestión fernandista, como Guillermo Francos y Daniel Scioli.

• También se preguntan otros si está dispuesto a pelearse o no con Mauricio Macri. La prueba de amor es si negociará uno de los tres cargos en la AGN para el PRO. Macri necesita como el agua tener un auditor de extrema confianza en este ciclo, cuando se revisarán algunas decisiones de su presidencia.

• Debe resolver si está dispuesto a estar más cerca o más lejos del radicalismo, que también aspira a tener un representante en ese organismo de control. El gobierno ha pasado a depender del radicalismo en el Senado hasta nuevo aviso, y desde que el peronismo se rebeló y se niega a dar el quórum en las comisiones.

Éste espera a que el número lo reúna el oficialismo, y si no, no entra. Sin comisiones no hay dictámenes, y sin dictámenes no hay recinto para los proyectos. La prueba está a la vista: si Diana Mondino no peregrinaba con disculpas al despacho de Martín Lousteau, no habría dictamen para la candidatura del embajador en Israel. Esta dependencia justifica el encuentro a solas, el miércoles, de Guillermo Francos con el jefe del bloque radical del senado, Eduardo Vischi. Este legislador expresa las posiciones del gobernador de Corrientes.

• El Ejecutivo levanta el precio de estas adhesiones echando al ruedo un nombre propio por La Libertad Avanza, y con eso agota los trickets. El peronismo, mayoritario en Diputados, reclama dos de los tres cargos. Es la fuerza que más necesita auditores propios porque este mandato revisará los gastos de Alberto Fernández. Si llegase a poner dos, el peronismo tendría la presidencia de la AGN y la mayoría en el Colegio de Auditores.

Fantasías: inventar un partido desde el poder

Otra fantasía refluye desde Olivos y sus arrabales con el anuncio que hace el gobierno, desplegando a sus principales ingenios políticos, la estadista Karina y el otro Eduardo Menem, que es Lule, para construir un partido nacional bajo el branding de La Libertad Avanza. El objetivo es cumplir con la profecía de Javier Milei de que el año que viene su gobierno va a ganar las elecciones y va a construir una mayoría parlamentaria que hoy no tiene.

No explica por qué habría eso de ocurrir, si ni en 2023 ganó. Milei es presidente porque perdieron el peronismo y Cambiemos y se disparó el dominó institucional del ballotage. De ahí que administra lo que administre con la agenda y los elencos del ala macrista de Juntos por el Cambio. La ilusión hace una lectura personalísima de la historia.

La construcción de mayorías parlamentarias se hace sobre la base del voto popular de las provincias, no con mecanismos de arrastre desde una cúpula iluminada, por celestial que se la crea. La política es un negocio de representación.

La trampa de la intransigencia

Conviene ponerle un ojo a este emprendimiento porque es lo explica la rispidez de las relaciones del gobierno nacional con los gobernadores. El gobierno de Milei se resiste a compartir el poco poder que tiene con los jefes de los territorios, que es donde vive la gente.

Ha elegido un método poco eficaz para prosperar, cuando podría ganar adeptos para una agenda que comparte buena parte del electorado moderado de la Argentina, y su representación legislativa.

¿Por qué no lo hace? Seguramente porque carece de los skills para hacerlo: está en un período de aprendizaje, está haciendo el CBC de la política. Valora más la pelea por el poder que por una agenda de consenso. Se deja llevar por ese veneno de la vida política criolla que es la intransigencia. Implica creer que negociar es signo de debilidad.

Una de las enseñanzas que dejaron las elecciones de 2023 es que el público hizo perder al peronismo y a Cambiemos porque sus dirigentes se enfrentaron encarnizadamente por el poder, creyendo que tenían asegurado el futuro. Lo han reconocido, ya tarde, los dirigentes de las dos fuerzas, perforadas por un internismo destructivo.

El gobierno se ha quedado afónico de pedir que le voten los proyectos. Los gobernadores de la franja moderada han perdido la voz respondiendo que le quieren votar todo, pero que falta el detalle. El detalle no es solo la plata. No los separa ni la ideología ni el interés. El detalle es que Olivos tolere que ellos también tienen proyectos políticos, que les reconozcan poder territorial.

Una manera de interceptar esos proyectos es avalar desde Olivos los emprendimientos de La Libertad Avanza en sus provincias. Les piden los votos en el Congreso de la Nación, y se quejan porque les quieren ocupar el patio trasero para elecciones de 2025.

Neomenemismo y neofrepasismo

El peronismo y el radicalismo ya vivieron este fenómeno en la década de los años ’90, cuando brotaban dirigentes del FrePaSo en sus provincias, que les capturaban votantes para un tercer espacio que se alimentaba de disidentes de las dos fuerzas tradiciones.

Hoy los proyectos de la princesita y Lule – que ha pasado los 40 años oscuros de la democracia (según Milei y sus acólitos) como empleado del Senado – se nutren de sectores conservadores y de centro derecha que en su momento alimentaron a la UCeDé y después al PRO. Hoy los tientan con el llamado a un neomenemismo en fondo y forma. En la mesa de arena de los armadores de este partido de fantasía hay logística, también de fantasía.

Son las delegaciones de reparticiones nacionales en cada provincia, que desde Olivos se distribuyen entre quienes son fieles al proyecto del partido nacional. Son el botín de todo gobierno y alimenta otra fantasía: que ser delegado de la ANSES, del PAMI, Renaper, Migraciones, etc. en una comarca, es un camino al éxito.

Ni controlar la ANSES nacional y la delegación de Mar del Plata le ha servido a Fernanda Raverta para ganar una elección en su ciudad – administró la delegación entre 2010 y 2020 y su pareja heredó esa dignidad cuando asumió la ANSES nacional.

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