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Mano a mano con Gustavo Costas: «Todo lo que hago e hice en Racing lo hago desde el corazón»

La frase la dispara Gustavo Adolfo Costas al pasar, como si la oración no tuviese un gran peso, como si fuera algo habitual. “La única vez que cobré el año completo en Racing fue durante la quiebra, aunque parezca mentira”, dice el entrenador de 60 años desde una de las plateas del Cilindro de Avellaneda.

Se ha hablado bastante del fanatismo de Costas por la Academia desde que se anunció que sería el reemplazante de Sebastián Grazzini. También es conocida su particular historia: pasó de mascota a jugador, de capitán a campeón, de futbolista a entrenador y mucho más. Pero son las acciones las que mejor retratan a los seres humanos y el técnico académico tiene varias credenciales para exponer. “Las primas de cuando fui jugador casi nunca las cobré; fueron 7 años o más. Tampoco me dieron nada cuando estuve como técnico en el gerenciamiento. Ahí sí hice juicio hasta que un día vino mi abogado y me contó que la demanda se había trasladado al club y que teníamos que ir contra Racing. Le pedí que diera todo de baja”, le cuenta Costas a Clarín.

-¿Tu familia nunca te dijo nada por todo lo que resignaste?

-Ellos sabían y saben cómo soy. En mi época de jugador me salvó un poco cuando me fui a jugar al Locarno de Suiza. Después, en 1997 me retiré en Gimnasia y Esgrima de Jujuy porque necesitaba el dinero: no me sobraba nada. Yo ya había decidido colgar los botines y se me acercaron los dirigentes jujeños para ofrecerme la mitad de lo que ganaba a la firma y la otra mitad en 12 cuotas. No pude decir que no. Después, como entrenador, gracias a Dios me fue bien. Por eso siempre tuve claro que a Racing no iba a volver por la plata.

Costas podría escribir un libro de muchísimas páginas hablando de su amado Racing. Su historia comenzó cuando fue mascota del equipo de Juan José Pizzuti. Luego, llegarían las Inferiores y el debut en Primera, el 16 de mayo de 1982. “Fue contra Vélez en Liniers. Yo había jugado el día anterior en Quinta y me citaron por las dudas, porque había un par de lesionados. Me acuerdo que me pasó a buscar un amigo por mi casa y fuimos hasta la cancha en un micro de línea. Pensar que ahora los chicos a los 16 años ya tienen un auto 0km. Cuando llegué me avisaron que iba a ser titular. No lo podía creer. Después, al sexto partido me dieron la cinta de capitán”, suelta el DT.

-¿Un jugador de Primera iba en micro de línea a la cancha?

-Sí, pero estamos hablando de otra época. Yo trabajaba de cadete en una telefónica al mismo tiempo que jugaba en Primera. Una mañana salí apurado del entrenamiento porque no llegaba y el técnico, Carlos Cavagnaro, me preguntó qué me pasaba que me estaba yendo tan a las corridas. Le conté del trabajo. Me ordenó que vaya a renunciar con urgencia y que pasara a la tarde por la sede a firmar el contrato.

-¿Estuviste cuando Racing le alquiló el plantel a Argentino de Mendoza?

-Sí. Nosotros ascendimos a fines de 1985 y por una reestructuración de los torneos recién volvíamos a jugar en Primera en el segundo semestre de 1986. Los de Mendoza pidieron por mí y por Miguel Colombatti y los dirigentes de Racing, Héctor Rinaldi era el presidente, le ofrecieron el plantel entero y hasta el cuerpo técnico. No había un peso y teníamos que generar algo para cobrar. Antes de eso, hicimos un par de amistosos en el Interior para recaudar. Me acuerdo de que Horacio Cordero y yo éramos los contadores. Una vuelta casi nos matan en Pergamino, contra Douglas Haig: decidimos no salir a jugar el segundo tiempo porque no estaba la plata. ¡La cancha estaba llena y había uno solo policía!

Las anécdotas de Costas siguieron y se potenciaron en sus primeras dos experiencias como entrenador en el elenco de Avellaneda, una entre 1999 y 2000 y la otra en 2007. “Vivimos momentos muy difíciles acá. En la época de la quiebra venían los hinchas a traerme plata a mi casa para salvar al club. En ese momento la síndico Liliana Ripoll, que quedó retratada en una canción, nos ayudó bastante, hay que decirlo; con el tiempo se enamoró del club. La lupa habría que ponerla en los jueces o los otros síndicos que hubo, que fueron peores. Pasamos de deber un millón a deber 65 millones. Ella nos bancó a muerte porque fue una guerra en la que hubo de todo: aprietes, te cagaban a tiros, pasaban por tu casa para amenazarte. Todo eso lo hacían para quedarse con el club», asegura.

-Y mientras todo eso sucedía, vos tenías que armar el equipo para el domingo…

-Además de dirigir, tenía que ir a hablar con el presidente Menem en Olivos, con Julio Grondona a la AFA. Hacíamos de todo. También en un momento se abrieron cuentas bancarias a mi nombre y de Teté Quiroz para salvar el predio Tita. Todavía me acuerdo de los fines de semana en el Tita repleto de hinchas de todas las edades ayudando. Eso no pasó en ningún lugar del mundo. A veces pienso que a los hinchas se los valora poco.

-¿Ahora te encontraste con un Racing totalmente distinto?

-Por un Racing así es por lo que peleamos toda la vida y disfruto de ver cómo está. Antes salíamos en los diarios solo por las cosas malas. El otro día hablaba con el Coco Basile, mi papá futbolístico, y me decía que yo también había estado en algunas buenas, como la Supercopa Sudamericana de 1988. Pero los momentos de felicidad fueron algunos tramitos.

-¿Te esperabas este llamado para retornar?

-La verdad, no. Había pasado mucho tiempo. Pero no estaba mal con esa situación ni enojado. Yo estoy bien si a Racing le va bien, esté Costas o quien sea. No voy a mentir: por ahí sí esperé el llamado entre 2015 y 2016, cuando venía de ganar un par de títulos y la Suruga con Independiente Santa Fe. Igual, mis amigos saben que nunca me enloquecí por volver. Mirá, la última vez que me desesperé fue cuando perdimos contra River el campeonato que ganó Boca. Días después teníamos que jugar un desempate contra Tigre en Huracán y no quería que la gente le dé la espalda al equipo. Llamé a un par de hinchas para decirles que tenían que estar acompañando. Y metimos 18 mil personas en el Ducó.

Costas iniciará su tercer ciclo como entrenador académico. Foto: Matías Martin Campaya Costas iniciará su tercer ciclo como entrenador académico. Foto: Matías Martin Campaya -¿Sos un entrenador de la escuela de Basile? ¿Cómo hacés para manejar los egos del vestuario?

-A los futbolistas hay que tratarlos bien. Soy un entrenador cercano a los jugadores, pegado. Pienso que para sacarles lo mejor los tenés que tener bien. Este año vamos a jugar muchos torneos y hay que tener muñeca para ir llevando al grupo. La competencia interna tiene que existir para potenciar. Si vos mirás para atrás y no hay nadie que te haga sombra, inevitablemente te relajás.

-¿Son muy distintas las pretemporadas de ahora que las de tu etapa como jugador?

-Sí. Antes nos llevaban de Mar del Plata a Miramar y nos hacían volver corriendo. Eso no existe más. Los tiempos también eran otros. Por ahí hacías físico todo enero, en febrero fútbol y recién arrancabas a jugar en marzo. Ahora las prácticas de fútbol son de 30 minutos y no se hacen todas las semanas. Cuando yo era jugador, los jueves había 90 minutos de fútbol sí o sí. Si te fijás, antes los jugadores tenían las piernas más robustas, con más músculos, la cola lo mismo. Ahora todo es un poco más dinámico que antes; se encuentra una intensidad distinta.

-En la actualidad se presiona más y en todos los sectores de la cancha…

-Es cierto que no hay tanto espacio: te presionan mucho. El fútbol es más táctico también. Antes no se trabajaba demasiado esa parte. Ahora tenés que darle muchas más herramientas al jugador, como por ejemplo mostrarle videos de los equipos y de los jugadores rivales. Ser entrenador ahora lleva mucho más tiempo que antes. Pero ojo que hay algo que sigue siendo igual: el juego sigue dependiendo del jugador.

-Una vez que se mueve la pelota…

-Claro, se mueve la pelota y depende del jugador porque en la semana podés armar la jugada de ataque o de defensa, pero después está el uno contra uno, la improvisación. Esa es la ventaja; esa es la base de todo.

-Entonces sos un técnico que le permite al jugador que ponga su impronta, que improvise

-Claro, si no vamos a terminar manejando todo como si fuera inteligencia artificial. Yo pienso que le tenés que dar libertad al jugador. El futbolista necesita esa libertad de cambiar, porque ellos ven el fútbol, ven la jugada y tienen que tomar esa decisión. A mí me gusta que salga de ese esquema. Nosotros somos de dar la idea, indicar la jugada, de planificar para que sus compañeros le den tres, cuatro opciones de pases. Pero después también pretendo que el jugador disponga si quiere ir para adentro o para afuera, si quiere gambetear o dar un pase.

-En Racing tenés a Juanfer Quintero, a Roger Martínez, a Johan Carbonero, jugadores que se caracterizan más por crear que por marcar. ¿Le podés imponer disciplina táctica y exigirles esfuerzo, retroceso, presión, a esos futbolista que se destacan por lo que hacen con la pelota?

-Trataremos. Yo hablo mucho con ellos. Sabemos lo que es Juanfer y el compañero sabe que por ahí no te va a seguir hasta el fondo al lateral rival. Pero también sabe que él nos puede dar muchísimo quedando suelto ahí en la espalda de los volantes. Entonces tenemos que saber aprovecharlo. Igual, vos siempre les das algo táctico, más allá de que sabemos que el fuerte de Juanfer es cuando tiene la pelota en los pies.

-¿A Roger Martínez lo pensás por detrás del 9?

-Puede jugar donde quiera: solo tiene que estar bien físicamente y de la cabeza. Puede jugar de 9, de mediapunta, incluso tirado por el costado. El otro día hablaba con él y le decía que, no estando al 100 por ciento, el año pasado hizo dos o tres goles que te muestran que es distinto. Juanfer lo mismo. Son futbolistas que te definen el partido en cualquier momento.

-¿Ya definiste si vas a jugar con uno o con dos volantes centrales?

-Todavía no. Vamos a ir viendo de acuerdo a los partidos. Santiago Sosa recién se sumó, a Bruno Zuculini lo estamos recuperando de a poco. Ahí tenemos a Lolo Miranda, que está muy entusiasmado y lo tomamos como un gran refuerzo. Lo mismo que Agustín Almendra. Cada uno tendrá que ir aprovechando las oportunidades. Lo bueno es que vamos a jugar muchos partidos en el año.

«Sé que el hincha de Racing necesita un torneo internacional», afirma Costas. Foto: Matías Martin Campaya-En la conferencia de presentación dijiste que “hay que dejar de competir, hay que ganar”. ¿Tenés un plus al conocer lo que piensa el hincha?

-Racing está bien hoy, muy bien. Ganamos torneos y tenemos que seguir ganando. Sé que el hincha necesita un torneo internacional. No te podés relajar porque ganaste tres o cuatro torneos locales. Racing puede competir con River y con Boca. Después, esto es fútbol. Yo cuando fui a la Selección de Bolivia dije: “Tenemos que empezar a competir”. Porque ahí sí que no se competía. Pero en Racing tenés que ponerte esa mochila de ir por más.

-¿Soñás con la posibilidad de ser campeón?

-Pienso en armar el equipo y en el día a día. Al plantel lo veo muy metido. Trajimos jugadores con hambre, por eso me gusta hablar con ellos antes de que vengan. A algunos les daban más y mejores cosas en otros lados e igual vinieron a pelear acá. Es bueno que sientan el compromiso del lugar donde van a estar.

-¿Entenderías si algún hincha te insulta o te chifla si las cosas no van bien?

-En Argentina puteamos a Maradona y a Messi, ¿cómo no van a putear a Costas? Igual, estoy enfocado en que las cosas salgan bien. Yo todo lo que hice y hago en Racing lo hago desde el corazón.

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