Cambiar o no cambiar, esa es la cuestión. En un Mundial, la tentación o necesidad de modificar un plan puede ser la llave para resolver un problema o la condena que le pone el punto final a las aspiraciones planteadas. Pasa en rugby, pasa en el fútbol, pasa en cualquier deporte de equipo.
Lo vivió a Lionel Scaloni en la Copa del Mundo de Qatar 2022, tras el traspié en la primera fecha y ante la misma encrucijada estuvo Michael Cheika tras la derrota ante Inglaterra en el debut de Francia 2023. El australiano, metió tres cambios, dos obligados por lesión y uno táctico, aunque no modificó la estructura de su equipo.
Los Pumas ganaron su segundo partido y para el tercero, ante el accesible Chile, probablemente anuncie varios cambios, pensando más allá de los compromisos que se circunscriben al grupo D que comparte con Inglaterra, Samoa, Los Cóndores y Japón. Para llegar a cuartos de final, la Selección debe ganar sus próximos dos compromisos, pero principalmente debe encontrar su mejor versión en la cancha.
A juzgar por el análisis de Marcos Kremer, quien consideró que en lo que va de la competencia Los Pumas lograron plasmar en la cancha apenas la mitad de lo que practican desde hace más de un año y medio, la necesidad de aumentar ese porcentaje de cara a un hipotético partido de cuartos de final es imperiosa. Porque a media máquina será muy dificil ganarle a Gales, si es que confirma su primer lugar en el Grupo C y la Argentina termina segunda en el suyo.
Fotos Emmanuel Fernández / Enviado especial – CLARIN El principal cambio que se le puede reclamar al equipo que conduce Cheika está en la pareja de medios. El pack de forwards mejoró notable del primero al segundo partido, cuando logró el 100 por ciento de las pelotas propias en lines y scrums. Entre los wingers los ajustes son partido a partido, pero el funcionamiento del equipo parece estar estancado en la oferta del medio scrum Gonzalo Bertranau y el apertura Santiago Carreras, los titulares.
“En el staff le tenemos mucha confianza a Santiago, creemos que con altibajos está realizando lo que queremos que haga el apertura de Los Pumas. Si está con la 10 es porque creemos que está haciendo bien las cosas, llevando a cabo la estrategia que se plantea. Tenemos confianza en él, en Nico (Sánchez, el apertura suplente) y en los otros 31 jugadores del equipo», indicó oportunamente Juan Ignacio Fernández Lobbe, al ser consultado por la posibilidad de considerar un cambio.
Ante Chile, tal vez se concrete ese cambio de tándem junto con las probables modificaciones en el pack de forwards -serían cuatro- y algunos nombres entre los backs, que podrían llevar las modificaciones a casi la mitad del último equipo. La idea es equilibrar los minutos de juego, pensando más en la dificultad que planteará Japón en la última fecha y, si todo sale según lo planeado, tener para cuartos de final a la mayoría del plantel con minutos en cancha. Cambiar no cuesta nada ¿O sí? En otros Mundiales, la experiencia ofreció diferentes resultados.
En el Mundial de 1999 Los Pumas clasificaron a octavos de final como mejor tercero. El rival, Irlanda. El partido no salía y de esa necesidad llegó el cambio. Gonzalo Quesada era el apertura y hacía todo bien, pero le faltaba un poco de pimienta. El entrenador, el neocelandés Alex Wyllie -en ese periodo también dirigía un extranjero- movió el tablero. No sacó al apertura, pero lo corrió de fullback y en esa función entró Felipe Contepomi.
El cambio, abrió el partido. Diego Albanese apoyó después de una jugada que habían practicado muchas veces, pero no salía. Se llamaba “falso y espalda”, salieron para atrás de un scrum 5 y abrieron hacia la punta izquierda con rapidez, para que el wing consiguiera el try después de 20 metros a toda velocidad. El cambio, en este caso fue positivo y los últimos 10 minutos Los Pumas lograron una defensa inquebrantable que le permitió el triunfo ante Irlanda por 28-24 y el pase a cuartos de finales, donde luego cayeron ante Francia.
Pero el cambio más drástico se dio hace 20 años en el Mundial de 2003. Tras la caída 24-8 ante Australia, el entrenador Marcelo Loffreda hizo ¡14 cambios! para el siguiente partido ante Namibia y le dio resultado: ganaron por 67-14. El siguiente juego fue ante Rumania y con una formación similar se impuso 50-3.
El recuerdo del partido ante Irlanda en 2003, que eliminó a Los Pumas. Foto: AFP – Christophe SimonLoffreda de algún modo se estaba guardando a los titulares para el partido ante Irlanda, fundamental para lograr la clasificación, ya que la caída inicial ante Australia condicionaba las aspiraciones del equipo argentino. “Los 14 cambios no son producto de cuestiones tácticas sino que creímos conveniente realizarlos para no agotar a los jugadores que actuaron hace tres días. Ellos sufrieron un enorme desgaste y es lógico darles un descanso. Además, creo que este plantel es muy parejo y por ello no se notarán las variantes”, había explicado el entrenador.
Ante el Trébol, el descanso le llegó a los que había jugado ante los rivales más débiles. Loffreda se había guardado a los titulares para el partido más difícil. El resultado, no fue el esperado. En un partido muy ajustado, Los Pumas cayeron apenas 16-15 y se quedaron afuera. Los irlandeses, de algún modo, se tomaron revancha de la eliminación del Mundial anterior, de aquel try del “falso y espalda”.
Cambiar, entonces, no garantiza resultados. Pero repetir fórmulas que no conducen al objetivo, tampoco parece un gran negocio. ¿Deben arriesgar cambios Los Pumas en 2023? Les quedan dos partidos -dos finales, como las consideran- que, de ganarlos, los llevará a cuartos de final. Y si en esa instancia se desempeñan como en el debut ante Inglaterra, probablemente obtengan el mismo resultado. Y ya lo dice el dicho: el que no arriesga, no gana.