Miguel Strzyzowski, padre de Cecilia Strzyzowski, la joven desaparecida y presuntamente asesinada en manos del clan piquetero Emerenciano Sena, murió este jueves, tras haber sufrido un infarto en Resistencia, capital de Chaco.
Strzyzowski había sido internado en grave estado durante las últimas horas en Instituto del Corazón en el centro de Resistencia. Finalmente falleció este jueves, coincidiendo con la fecha en la que hubiese cumplido años la joven desaparecida. La información fue corroborada por el diario local Norte.
Semanas después de que el investigado crimen de su hija cobrase notoriedad nacional, Miguel, padre biológico de Cecilia, había hablado con la prensa y se mostró dolido por lo ocurrido con la joven.
Sin embargo, desde la familia núcleo de Cecilia denunciaron que se trataba de un padre «ausente», que «se borró en lo económico y emocional» durante más de dos décadas y que no tenía idea sobre la joven que ahora lloraba.
«El padre de Cecilia no es padre, es solo biológico. En 24 años nunca estuvo presente ni económica ni emocionalmente. Tiene relación directa con los Sena. Tiene un arresto domiciliario por lavado de activos. No le den cámara. Él está cobrando las notas, está lucrando con la muerte de una chica que no conoció», había dicho Gloria Romero, madre de la joven, tras conocer la entrevista que le habían hecho a su ex pareja.
Desde el entorno de la familia núcleo confirmaban que Miguel estuvo ausente durante toda la crianza de las chicas, y que incluso dejó la casa familiar cuando Gloria estaba embarazada de Ángela, la hermana menor de Cecilia. Si bien aportó el apellido, fue lo único que dejó.
El hombre arrastraba complicaciones cardíacas. Cuando su hija Cecilia despareció se le informó lo sucedido, pero se minimizó la información debido a su débil estado de salud.
Quién era Miguel Strzyzowski
Según contaba en sus redes sociales, Miguel actualmente trabaja como asesor de seguros en Resistencia, aunque tuvo otros emprendimientos paralelos, como venta de ropa interior o de neumáticos usados. Armó otra familia y tuvo más hijos con otra pareja. De ellos subía fotos, o les dedicaba posteos llamándolos «el mejor tesoro».
Miguel vivía en una pequeña vivienda de un barrio humilde de la periferia de Resistencia, donde cumplía con un arresto domiciliario por una causa de lavado de activos que lo tuvo como coautor de una estafa que movió más de 8 millones de dólares. «Un chantapufi», lo definían fuentes judiciales que trabajaron el caso por el cual lo condenaron a 4 años y medio en un juicio abreviado.
Según la causa judicial, a la que tuvo acceso Clarín, Miguel Strzyzowski fue una de las partes clave de una maniobra de lavado de activos que utilizaba las cuentas bancarias de personas de bajos recursos para traer dólares desde Paraguay durante la época del cepo de Cristina Kirchner, y cambiarlos por pesos al valor «blue» para sacar una tajada de un rulo que se mantuvo facturando entre 2012 y 2015.
La mecánica era simple. Junto a un socio, Rodolfo Borda, contrataban a personas en situación de vulnerabilidad para que presten su DNI y abran cuentas bancarias en entidades ubicadas en Chaco. Se les pagaba un dinero y luego se les pedía la tarjeta de débito, para poder operar con comodidad.
Luego se ingresaba en esas cajas de ahorro montos en efectivo por unos 40 mil pesos en cada depósito, a través de las bocas de los cajeros automáticos. El número era el máximo que se podía depositar sin disparar las alertas. Es por eso que se hacía de a varios depósitos.
Con el dinero ya ingresado en las cuentas, se utilizaban las tarjetas de débito para hacer compras en posnet ubicados en Paraguay. Se probó que esas compras eran falsas, ya que luego ese dinero se cambiaba por dólares del otro lado de la frontera y se iba a buscar.
Los dólares luego se cambiaban por pesos y se comenzaba nuevamente la operatoria. También se compraron varios artículos de alta gama con el resultado de ese rulo. La justicia chaqueña incluso decomisó camionetas BMW.
Cuando los depositantes tenían que justificar el origen de los fondos, todos apuntaban al mismo lugar: préstamos en efectivo de la financiera que tenía Miguel Strzyzowski en el centro de Resistencia. La Justicia detectó en total movimientos por $ 79.621.323, que representan 9,4 millones de dólares al cambio de 2014, el año donde se movió más dinero.
Miguel y Cintia armaban los distintos legajos bancarios que presentaban junto con los eventuales titulares de cuentas. A su vez, pagaban deudas originadas en el exterior utilizando esas cuentas. Transferían, acreditaban importes y los justificaban con contratos o préstamos de dinero. Luego cruzaban la frontera y traían los dólares.
Las maniobras eran burdas. Por ejemplo, la Justicia encontró a un albañil llamado G.S., que recibía una beca como ingreso y tenía transferencias por 300 mil pesos en tres meses. O J.V., un policía que cobraba de bolsillo 16 mil pesos y recibió transferencias por 400 mil pesos. Para la justicia fue clave determinar que los receptores del dinero no tenían la capacidad de justificar los ingresos.
La vinculación con el Clan Sena
En esos contactos, mantenidos durante la primera semana transcurrida desde la desaparición de Cecilia, la mujer quiso convencer al padre de que su hija se había al sur del país, la misma estrategia que había planeado la familia Sena antes de que dejara de haber noticias de la joven. Eso se cortó cuando Miguel pidió una reunión con Marcela. Fue un par de días antes de ser detenida.
DS