Todo aquel que conoció a Javier Febré, quien trabajó muchos años en Clarín, tiene algún recuerdo de él: no fue de las personas que pasan inadvertidas por esta vida. Sí fue un gran periodista que tenía una capacidad de trabajo inagotable. Temperamental, amante de la buena mesa, hincha de River Plate hasta la cresta y hombre de buen humor, Javier fue uno de los que hicieron esa novedad que era el Suplemento Sí! dedicado a los jóvenes.
El rock argentino estaba atravesando un momento de gloria y un cambio de época que el suplemento supo capitalizar. Y Javier fue una de sus primeras espadas junto a Daniel Kon, David Wrocklavsky, Guillermo Allerand y Carlos Rodríguez Zía. Javier navegaba la noche de los estadios, de los pubs y de todo reducto que estuviera abierto y donde la música sonara en vivo. Era de los primeros en llegar y de los últimos en irse. Hoy toca el trance de escribir este cierre de persiana, porque su partida se tornó definitiva ayer por la tarde cuando se fue a la tribuna más alta de todas: la eternidad.
En sus quince años en el diario hizo de periodista todoterreno pero enfocado mayormente en la música. Podía estar un día en Río de Janeiro, entrevistando a David Bowie, los dos inmortalizados en una foto con una sonrisa en los labios, o en un show en Prix D’Ami viendo a Los Auténticos Decandentes, quienes un día lo invitaron a cantar. Obviamente, siendo Javier como era, no le hizo asco al convite aunque no tuviera en su cartuchera la voz de un Plácido Domingo.
Javier Febré, con David Bowie, en uno de sus reportajes para Clarín.
Con Pappo en calzoncillos
Tampoco le pareció muy raro que el legendario Norberto Napolitano, o sea Pappo, lo recibiera en calzones en su habitación de hotel neoyorquina, cuando fue invitado por el mismísimo B.B. King para exhibir su digitación blusera en el Madison Square Garden. Javier generaba esa clase de confianza que Pappo no le dispensaba a todo el mundo.
También cubrió la primera visita de The Rolling Stones a la Argentina en 1995, que se vivió como un acontecimiento extraordinario, en tiempos en que internet no estaba complemente inventada (aunque en Clarín ya había), y conciertos de ese tipo figuraban en la tapa de papel del día siguiente. Había que cerrar rápido, dictando por teléfono desde aquellas cabinas del River que tanto amó, que se encontraban en lo alto del Monumental.
Me lo encontré un día en Chicago, en 1993, cuando se realizó un press junket, eventos a los que concurren periodistas destacados de alguna región. El jefe regional del sello que editaba a Garth Brooks y el disco de duetos de Frank Sinatra producido por Phil Ramone era un colombiano amante de la parranda y le mintió a los otros periodistas diciéndoles que quería descansar: él quería salir solo con los argentinos.
Agosto 1993 en Nueva York Javier Febré con Pappo, que venía de tocar con B.B King en el Madison Square Garden y tuvo un ataque de calor, por lo que se quedó en calzoncillos en plena entrevista.Y nos agasajó con una cena en el mejor restaurante de la ciudad y una recorrida por todos los boliches de blues que estuvieran abiertos un día de semana, que no fueron pocos. Para trasladarnos, el hombre no escatimó en gastos y alquiló una limusina que nos llevó, felices, de un lado al otro. Nadie más feliz que Javier aquella noche, ni más propenso a la diversión. “¡Rockea con la música, Javier!”, le gritaba el colombiano, y Febré agitaba sus puños emergiendo como el capitán loco de un submarino a través de la ventana del techo de la limusina con la música al mango.
Recordamos ese momento dichoso el lunes pasado, en el tiempo de descuento de su vida, esa que peleó para conservar con uñas, dientes, garras y lo que tuviera a su alcance. Le dio batalla dos años a un cáncer y nos mantenía al tanto de sus avances y retrocesos a través del whatsapp, como un verdadero luchador. Había adelgazado muchísimo, pero el fuego de sus ojos seguía estando allí, hasta que los cerró de una vez y para siempre. Hoy lo despedimos con pesar y con alguna sonrisa que recuerde sus locuras.
Javier Febré, un periodista apasionado y muy querido por músicos y colegas. Esta tarde, a las 18, se hará una ceremonia en la parroquia de Jesús Misericordioso (Pedro I. Rivera 4591, CABA) y más adelante otra con el esparcimiento de sus cenizas.