15.8 C
Paraná
InicioEconomíaSin política, se complica la agenda de Javier Milei

Sin política, se complica la agenda de Javier Milei

Sin gestión más que los ajustes contables y algunos torneos verbales, la sociedad va asumiendo tareas de gobierno.

1) Los gobernadores se empinan como un contrapoder con agenda propia.

2) El Congreso, por su lado, esta semana se animará con la andanada de proyectos de la oposición amigable que, sumados, equivalen a un programa de gobierno.

3) La revelación del Seguros Gate – un regalo de Osvaldo Giordano como respuesta al despido que le propinó Milei en el Anses – es una bomba racimo de efecto transversal que afecta a todos, amigos y adversarios, gobiernos de antes y de ahora.

Puede convertirse en un escándalo inmanejable por un gobierno débil y amenaza con convertirse en la Causa Cuadernos de Milei. Mauricio Macri explicó que, sin comerla ni beberla, su gobierno fue víctima de ese caso.

Atribuyó el colapso de su gobierno, entre otros factores, al estallido de aquel escándalo, que complicó a todos los empresarios y desmanteló todos sus emprendimientos de inversión.

4) Un prolijo dictamen profesional del Procurador del Tesoro Rodolfo Barra de cuando no era funcionario, y que esgrime Cristina de Kirchner en su defensa en uno de los juicios, tensa sus relaciones con el ala antikirchnerista del gobierno.

¿Los socios del PRO que hacen mileísmo por anticristinismo seguirán callados? Ya toleran convivir con funcionarios de la gestión de los Fernández como Guillermo Francos y Daniel Scioli. Cuando llegan a casa les preguntan los familiares si seguirán mirando hacia otro lado.

Peligra el control menemista en Diputados

El gobierno entra en la segunda semana del período de sesiones del Congreso con un plan a paso fuerte: desactivar el poder legislativo. Es elemental, sin Congreso, se desmoviliza la terminal de los gobernadores en el centro del poder.

Milei tampoco oculta su desconfianza en que la soberanía popular radique en el Congreso. Cree que descansa en los tuits y los tiktokes. Una confianza exagerada en el invento de Alexander Graham Bell, hombre de la generación del ’80, en su país, y símbolo de la utopía pastoril que este gobierno busca reivindicar.

Arriesga mucho, porque si Diputados sigue demorando la integración de las comisiones que deben tratar los proyectos, peligra el poder que los legisladores delegaron en el oficialismo para presidir la Cámara.

La represalia puede venir con un proyecto que decida sacarle a Martín Menem las atribuciones para integrar las comisiones. En la sesión preparatoria de diciembre pasado, el cuerpo tuvo la gentileza de delegarle al riojano Martín Menem la presidencia del cuerpo y también las atribuciones para armar las comisiones.

Una cortesía comprensible por la emergencia de un gobierno de minorías. Fue después de una negociación con la oposición del peronismo, para impedir que fuese designado el macrista Cristian Ritondo.

La gestión de este Menem en el cargo lo ha ido alejando del afecto de sus pares. En lo que importa, no cumplió con aplicar el sistema d’Hont que hubiera beneficiado al peronismo en la integración de la Comisión Bicameral de los DNU.

Ha demorado la integración de las comisiones para habilitar el funcionamiento del cuerpo. Los diputados han soportado hasta ahora las señales odiosas hacia el «nido de ratas», como le llama simpáticamente Milei al poder legislativo. Jugueteó con recortes de autos, pasajes, contratos y gastos.

La mano en el bolsillo ajeno

La integración de las comisiones es una fina negociación política en la que se discuten números y cualidades personales. Hay comisiones «de gobierno» y otras de gestión. Las primeras suelen entregarse al oficialismo, aun cuando su representación sea minoritaria.

En las últimas horas el oficialismo de la Cámara jugueteó con el bolsillo de los legisladores. Menem firmó y desandó un aumento del sueldo de los legisladores. Sirvió para exhibirlos como un modelo de casta y argumentó desconocer que los sueldos de los diputados están enganchados con los empleados.

Poco creíble en un Menem, etnia con larga experiencia legislativa en todos los niveles y en todas las épocas. Quienes les cuentan las costillas, han localizado ya seis funcionarios con ese apellido. Se enoja Martín cuando lo señalan por haber designado como secretario a un sobrino muy majo. «- ¿Qué esperás, si les cortás el agua, los pasajes, los autos y los contratos?», le explicó a un macrista de alta gama que escuchó los lamentos de este savonarola de cabotaje.

El episodio sirvió para un clímax del alcahuetismo criollo, que alcanza en algunas vocerías niveles dignos del personalismo kirchnerismo más extremo –el de quienes se tatuaban imágenes de Perón, Néstor, Cristina y hasta de Menem, que los hubo-.

La versión mileista del culto a la personalidad concentra las miradas en los humores del presidente, como si importasen en un negocio colectivo como es la política. Llegaron a decir que Milei les baja el sueldo a los legisladores, que pertenecen a otro poder.

La oposición amigable rompe los candados

Agrandados por el colapso de la ley ómnibus, los legisladores del bloque de la oposición amigable que preside Miguel Pichetto, interrumpieron la quietud del palacio con una andanada de proyectos propios.

Buscan romper los candados y movilizar la discusión de temas como la actualización de jubilaciones (proyecto de la Coalición Cívica) y la reposición de los fondos para la educación (Stolbizer).

Dentro de la misma estrategia de comenzar a gobernar desde el Congreso, ante la intención oficial de congelar la vida legislativa, el bloque presentó proyectos de reforma fiscal, laboral y de metodología para discutir una nueva ley de coparticipación.

Los mostraron el jueves Ricardo López Murphy y Oscar Agost Carreño. Proponen avanzar en una moratoria para los buenos pagadores, un blanqueo de capitales, la reducción de gravámenes a computadoras y celulares y un impuesto sobre el juego on line.

Crece un arco con agenda propia

Estos proyectos cuentan con el apoyo de los 23 legisladores de Hacemos. Si se le suman los 99 del peronismo, llegan a los 122. Para arrancar una sesión especial, pedida para esta semana, el miércoles 13, necesitan 129.

La diferencia de los siete faltantes la pueden aportar algunos radicales de la línea Manes-Juliano y la izquierda. Ni qué decir si algunos legisladores del PRO se suman a este envión que los diferencia del mileísmo extremo del bloque que preside Ritondo.

Si en algo coinciden estos sectores es en la necesidad de que el Congreso se abra, se discutan estos proyectos desde un formato diferenciado respecto del gobierno. Les interesa eso más que el resultado final.

Los pedidos de sesión especial para jubilaciones y fondos docentes son para que se vote un emplazamiento a la Cámara, es decir que se fije día y hora para tratar esos temas.

Maltratan a los amigos

Según el reglamento de la Cámara de Diputados, la presidencia está obligada a convocar a las sesiones especiales pedidas por, al menos, una decena de diputados. Siempre se les concedió a los opositores la sesión especial en el pasado.

Esas sesiones en minoría fueron un recurso de sobrevivencia de los adversarios de los gobiernos Kirchner. En el Senado, Victoria Villarruel ha resistido en la demora para convocar a la sesión especial pedida por un número cercano a los 40 senadores para tratar [de voltear] el DNU 70.

La reglamentación del Senado no impone la obligación de llamar a la sesión especial. La Bicameral de los DNU estira los tiempos para tratar el DNU 70, que está escorado por los amparos judiciales. Que se siga negando la sesión a los críticos de la norma empeora las relaciones del gobierno aún más con los legisladores que están dispuestos a darle un tratamiento amigable a las iniciativas oficiales.

El mejor escenario para el gobierno es que ese debate divida a la oposición peronista. Pero la táctica de la confrontación y de la deslegitimación del Congreso, produce el efecto contrario, la fortalece.

Macri cree en un Milei liberal

El PRO dedicó un par de días a reuniones de los caciques provinciales con Mauricio Macri en Santa Fe. Esa fuerza está en plena reconversión, de ser una alternativa mayoritaria a acomodarse a ser un partido vecinal, fuerte en la CABA, pero de apoyo al gobierno que les arrebató los votos y el programa.

El afán de apoderarse de la gestión de Milei lo aleja de sus socios de antaño en Juntos por el Cambio. Macri mantuvo largas reuniones en Rosario con los jefes del PRO de las provincias. Ensayó con ellos algo novedoso, que es hablar de política. Insistió en que la situación del partido está muy comprometida por las falencias del gobierno de Milei.

«Tiene problemas de implementación y tiene un gabinete tóxico», dijo. Describió su preocupación «de que, si Milei fracasa, el público va a leer que fracasaron las ideas liberales y van a volver los kirchneristas. Yo soy liberal» recordó.

Macri cree que Milei es liberal, cuando el presidente (como él) es un conservador librecambista. Ni Macri ni Milei son los responsables de esa confusión tan frecuente, aquí y en otros países, entre conservadorismo político y liberalismo de mercado. Pero hay que leer mucho para entenderlo; por lo menos 200 libros, como pedía Pedro Henríquez Ureña a un hombre culto.

Raro, ensayó una autocrítica

Macri buscó equilibrar las fuerzas que disputan dentro del PRO en Santa Fe. Allí se prodigó en zalemas con Maximiliano Pullaro y su vice, Gisela Scaglia, que viene del área larretista y compite con el ala opositora de Federico Angelini.

Estaba también Agost Carreño, presidente del PRO de Córdoba, pero que integra el bloque de Hacemos-Pichetto. Mauricio prefirió eludir esa circunstancia para unificar posiciones. Hasta ensayó una autocrítica: «La interna nos hizo mucho mal. Yo apoyé a Patricia porque veía que la sociedad quería un cambio más profundo que el de Horacio. Pero no me di cuenta de cómo ella estaba cayendo».

Trató de socializar las penas: «Algo habrán hecho mal ustedes para que en las gobernaciones de radicales no haya gente nuestra con firma en cargos importantes». Resistió las entrelíneas que afloraron en el debate, que mantuvo acompañado por Fernando de Andreis, que cumple ahora las tareas que antes delegaba Macri en Marcos Peña.

Se resiste a verbalizar la negativa de Milei a cederle posiciones en el gobierno. Le captura gente para el gabinete, pero los quiere de a uno, no de la mano de Mauricio.

Contra esto, Macri contrapone el proyecto de controlar el gobierno de Milei en el segundo tramo de su mandato. Para eso quiere que haya un frente electoral que integre al PRO y a La Libertad Avanza en las elecciones legislativas del año que viene.

Controlarlo a Milei después de 2025 implica tener más senadores y más diputados del PRO, que le permitan a él ser protagonista de las presidenciales de 2027, en el rol que le quede, según le vaya a Milei.

Gildo ensaya el panperonismo

En ese contexto hay que leer otras estampas, como la participación de Pichetto en reuniones públicas y privadas con dirigentes del peronismo pejotista. Dialogó con Gildo Insfran, presidente del Congreso del PJ, y Guillermo Moreno, que tiene su partido y juega dentro de la coalición opositora.

El gobernador de Formosa lo vio a Pichetto en un programa de TV junto a Guillermo Moreno, y los invitó a desayunar juntos. Insfran les explicó detalles de la reunión del Congreso del PJ que tendrá lugar el 22 de marzo en el miniestadio de Ferro.

Entre los puntos previstos está darle una licencia a Alberto Fernández hasta el final de su mandato como presidente del PJ. Juan Manuel Olmos ya tiene el pedido de licencia en el bolsillo para presentarlo en el Congreso.

También armar una junta electoral para las elecciones de renovación de autoridades de 2025; habilitar una comisión de acción política que seguramente presidirá Insfrán. Otro punto es la convocatoria formal a los compañeros que se fueron para que se reintegren.

Eso tiene nombres: Miguel Pichetto y Sergio Massa. Pichetto respondió que el peronismo tiene que ir a un debate de ideas antes de formalizar nada. Entiende que la versión peronista de la Unión por Todos es vicaria de la cosmovisión de Axel Kicillof, con la que él no quiere tenar nada que ver.

Cree que la actual conducción tiene un formato que está lejos de lo que expresa su partido, Encuentro Republicano. La jueza María Servini ya recibió el pedido de autorización del Congreso del PJ. La magistrada ofició a los jueces electorales de todas las provincias para que le envíen el padrón actualizado de congresales y poder convocarlos.

En total son algo más de 990 delegados. Ese cuerpo puede sesionar, en un segundo llamado, con un tercio de los congresales. La métrica de la concurrencia revelará el estado de movilización del peronismo.

MAS NOTICIAS
NOTICIAS RELACIONADAS