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El humor de Roberto Fontanarrosa: el día que Telecom corrigió un error por Inodoro Pereyra

El Negro Fontanarrosa es una de las figuras más entrañables de la cultura de Rosario y el país. Cada rosarino es atravesado por el dibujante, aunque no lo tenga presente. Desde un chiste, pasando por un libro o algún análisis sintáctico de la lengua española. Y a 18 años de su fallecimiento siguen saliendo a la luz historias que lo pintan de cuerpo y alma, como el día que lo mandó a Inodoro Pereyra a reclamar a las viejas oficinas de la empresa Telecom.

Todos conocen el nombre de Roberto Fontanarrosa. Nacido en Rosario, fanático de Central y parte de la cultura, el humor y las historias hilarantes hasta que el 19 de julio de 2007, luego de luchar varios años contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), falleció por un paro cardiorrespiratorio. El Negro fue el apodo que lo acompañó entre sus amigos y cuando saltó a la fama. Nadie le decía Roberto, y su segundo nombre, Alfredo, pasó desapercibido. Los que lo cruzaron siempre describieron a Fontanarrosa como un rosarino más que llegaba al bar El Cairo y se sentaba en la mesa de los galanes. Alguien accesible. Pero había un inconveniente cuando se intentaban comunicar con él.

Durante años, la guía de teléfono que entregaba la compañía Telecom mantuvo un error que hacían que el Negro no recibiera llamados. El Negro figuraba como “Roberto Fontanorrosa” y el malentendido hizo que el dibujante perdiera varias llamadas telefónicas. “No eran muchas las personas que estaban entre los Fontanarrosa y los Fontanorrosa, pero en el medio había Fontana, Fontaneto, Fontaneblu y Fontano, entre otros, y se perdía”, recordó ante La Capital Ariel Arroyo, quien fuera por entonces gerente comercial de la oficina de la zona norte de Telecom.

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Foto: Marcelo Bustamante / La Capital

Con el teléfono sonando solamente por llamados de los privilegiados que tenían el número, Fontanarrosa se tomaba el tiempo de explicar el error de la guía al resto. Aunque al principio no le molestaba, hubo un momento que dijo basta y le pidió ayuda a Inodoro Pereyra para hacer escuchar su reclamo.

El Negro tomó un papel y un lápiz y comenzó a trazar la silueta del gaucho que lo acompañó durante tantos años para expresar su reclamo con una carta, mediante Correo Argentino, a la oficina de San Nicolás al 600 y directamente a nombre de Arroyo, como si fuera un ciudadano más. “Señores de Telecom: ¿Podrían corregir el apellido mío, que está incorrectamente escrito en la guía y en las facturas? Gracias”, rezaba el dibujo como si Inodoro Pereyra estuviera vociferando el pedido, al que además acompañaba un “(adjunto prueba)” con el error adosado a la carta y lo cerraba un Mendieta alicaído con su famoso “Qué lo parió”.

Los reclamos en la oficina de Arroyo eran constantes. Un teléfono descompuesto, una factura mal hecha o algún cobro erróneo eran moneda corriente. Pero ese dibujo tenía la inconfundible firma del dibujante y movió todos los estantes de las oficinas de la compañía telefónica.

El reclamo de Fontanarrosa

“El reclamo de Fontanarrosa se dio en octubre de 1996 en la oficina que me tenía como responsable. Era el encargado de la gerencia de Atención Comercial de Rosario Norte que estaba en San Nicolas al 666 y me llega la carta a mi nombre”, recordó Ariel Arroyo, que a sus 75 años decidió abrirle la puerta a La Capital para contar por primera vez su historia con El Negro.

“Caramba”, dijo, y abrió los ojos, dejando ver una expresión que parece haberse retenido en el tiempo y ser igual casi 30 años después.

Fontanarrosa Telecom 16.7 (1)

Foto: Marcelo Bustamante / La Capital

Arroyo se levantó de su asiento, tomó la guía y revisó. El error estaba y la urgencia ingresó en él. Rápidamente se comunicó con la encargada de Guía, le explicó la situación, pero no era simple ya que era el último día para recibir reclamos. En aquella época, todo se imprimía en Buenos Aires y demoraba su tiempo hasta la entrega en febrero de cada año.

Tras esa gestión, Arroyo decidió responder la carta de la exigencia del dibujante rosarino con otro escrito, aunque bien podía llamarlo, ya que tenía su número. “El cholulismo no va conmigo. No voy a andar molestando a los famosos”, esbozó.

De todas formas, lograron su cometido y cuando Arroyo recibió en febrero de 1997 la primera guía impresa lo llenó de calma ver el cambio y que el Negro, por fin, tuvo su lugar correspondiente en las páginas blancas.

Una historia jamás contada

La historia con Fontanarrosa no queda allí. Porque el Negro, al ver el cambio efectivizado, volvió a hacer lo que mejor sabía: dibujar y hacer reír.

Nuevamente tomó un trozo de papel y el 7 de febrero de 1997 escribió: “Se ha reparado mi buen nombre y honor, Mendieta”, ya con Inodoro Pereyra con una sonrisa de oreja a oreja. No obstante, no pudo con su genio y Mendieta respondió: “¿Buen nombre, don Inodoro?”. Sobre el pie de la carta un “Te mando un abrazo, Ariel, y muchas gracias”, esta vez firmado por el Negro Fontanarrosa, dejando otra muestra de reconocimiento para el exgerente de Telecom. Años más tarde, Arroyo confesó que no respondió este mensaje porque “me quedé con que él estaba contento y yo conforme”.

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Foto: Marcelo Bustamante / La Capital

Arroyo nunca quiso conocer a Fontanarrosa. Hasta el día de hoy desconoce cómo el Negro averiguó su nombre. Los reclamos no solían llegar directos al gerente de la zona y el sobre con su nombre lo alertó desde el primer momento. Tras recibir los dibujos eligió un marco azul Francia, similar al tinte de la empresa, y los colgó en su oficina, allí estuvieron hasta que el 31 de diciembre de 2001 se despidió de la compañía.

La casa de Arroyo tiene una fachada muy particular, sacada de un cuento de hadas. El interior presenta techos bajos, con ventanales y cada rincón es un viaje al pasado. Una chimenea es el centro del living y las reliquias rebalsan de los muebles. Sin embargo, los cuadros del Negro no están en ninguna pared, permanecen guardados. Con modestia, Arroyo intenta explicar la decisión: “Es una casa simple. Nunca estuvieron colgados aquí”.

Arroyo advierte que no repitió muchas veces la historia. Alguna publicación años antes en Facebook se perdió en el muro. Asegura que será parte de la herencia que les quedará a sus hijos y que ellos tendrán potestad sobre los cuadros cuando él no esté. Y aunque quiera quedar lejos de los flashes de la cámara, su historia con Roberto “El Negro” Fontanarrosa se sumará a las tantas apostillas que tiene la vida del dibujante.

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