Una pareja polaca y sus siete hijos, asesinados por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial por esconder a judíos perseguidos, fue beatificada hoy en una ceremonia considerada un hito, ya que es la primera vez que una familia entera recibe este alto reconocimiento de la Iglesia católica.
La beatificación decidida por el papa Francisco fue celebrada en Markowa, la ciudad natal de los nuevos beatos, hasta donde viajó el emisario del Vaticano, el cardenal Marcello Semeraro.
«Espero que esta familia polaca, que fue un rayo de luz en las tinieblas de la Segunda Guerra Mundial, sea para todos un modelo a imitar del ímpetu hacia el bien, al servicio de los necesitados», dijo este domingo el papa Francisco.
Miles de personas asistieron a la ceremonia, incluyendo el presidente y el primer ministro de Polonia, además de sacerdotes, el gran rabino del país y una delegación israelí.
La tragedia ocurrió el 24 de marzo de 1944 en este pueblo del sudeste de Polonia cuando policía alemana asesinó a Jozef Ulma y su mujer Wiktoria, que estaba embarazada de siete meses y que dio a luz durante la matanza.
Sus otros hijos, Stanislawa, Barbara, Wladyslav, Franciszek, Antoni y Maria, de entre dos y ocho años, también fueron ejecutados, junto a ocho personas judías que la familia escondió en el desván de la casa.
Los judíos perseguidos eran Shaul Goldman y sus cinco hijos, su nieta de cinco años y Golda Grünfeld.
Los nazis dispararon hacia la buhardilla desde el piso inferior y la sangre de las víctimas manó del techo y cayó sobre la fotografía de dos mujeres judías que estaba en una mesa.
Actualmente esta imagen es «una reliquia» del martirio, según el Vaticano.
La masacre acabó con «una historia de amor y amistad», explicó la periodista italiana Manuella Tulli, citada por la agencia de noticias AFP, que escribió un libro sobre la familia junto al historiador y cura polaco Pawel Rytel-Andrianik.
«Cuando los judíos pidieron ayuda, ellos les abrieron las puertas. Vivieron juntos un año y medio, cocinando y comiendo juntos», relató Tulli.
Además de granjero, Jozef Ulma era aficionado a la fotografía. Algunas de sus instantáneas sobrevivieron a la masacre y revelan la vida familiar a través de escenas cotidianas.
«Vemos a los niños corriendo descalzos en la hierba, haciendo sus deberes, la madre tendiendo la ropa», contó Tulli.
Las familias fueron denunciadas por un policía polaco. Después de la ejecución, otros 24 judíos en Markowa fueron asesinados por sus vecinos.
Esta es la primera vez que la Iglesia de Roma beatifica a toda una familia y en un gesto poco habitual se incluyó al bebé de los Ulma, que no estaba bautizado, una condición para recibir esta distinción.
El niño puede ser beatificado a través del concepto de «bautismo de sangre» al haber nacido «en el momento del martirio de la madre», según el departamento de canonización del Vaticano.
La Iglesia católica exige que para beatificar a un fiel, éste tiene que haber realizado un milagro, pero los mártires están exentos.
Jozef y Wiktoria Ulma fueron reconocidos en 1995 por Israel como miembros de los «Justos entre las Naciones», un honor para gentiles que ayudaron a salvar a los judíos del exterminio nazi.
En Markowa hay un museo dedicado a la familia. Y desde 2018, Polonia decretó el 24 de marzo, fecha de la masacre, como día de conmemoración de los polacos que rescataron judíos durante la ocupación alemana.
Télam