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Todas las secundarias deberían incluir formación para el trabajo

Vivimos un tiempo de incertidumbre y cambio acelerado, no vale la pena enumerar los detalles que cotidianamente expresan esas circunstancias, son muchos, son obvios. Buscamos en la educación una especie de protección frente a fenómenos que escapan a nuestro dominio (y a veces a nuestra comprensión). No deja de ser esperanzador.

La promesa implícita de la educación es que podemos transformarnos, aprender nuevas habilidades, cultivar vínculos y sentimientos de un modo diverso, incorporar capacidades, ampliar posibilidades. El contexto cambiante en el que vivimos nos condiciona, y la educación no debe ignorar ni la realidad social, ni los requerimientos para la integración (no solo laboral). Siempre con eje en la autonomía de las personas. Educar es la verdadera apuesta por la libertad.

La relación de la educación con el trabajo no es simplemente “entrenamiento”, sino que debe tener como finalidad mejorar los mecanismos de incorporación de conocimiento a cada aspecto de los procesos de agregación de valor, y aumentar las posibilidades de expresión creativa del talento.

La educación para el trabajo es una pieza indispensable para formar en ciudadanía, para mejorar las condiciones de acceso a empleos u otros modos de generación de respuestas productivas y para evitar la segregación en función de roles. Un país cohesionado es necesariamente un país con personas formadas que comprenden el mundo en el que viven, tienen capacidad de hacer elecciones responsables y de adaptarse a alternativas sociales y laborales.

Todos esos objetivos deben ser asumidos desde un clima de colaboración público-privada y en el marco de una gran alianza nacional por la educación y el futuro.

El sistema nacional de educación por y para el trabajo coordinado desde el Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) que tiene a su cargo la aplicación de las políticas relativas a la Educación Técnico Profesional (ETP) en los niveles Secundario Técnico, Superior Técnico y Formación Profesional es el ámbito para que la educación por y para el trabajo promueva y anticipe su papel transformador, contribuyendo a avanzar hacia un modelo de desarrollo que ponga en el centro a las personas, como sujetos de derechos y obligaciones.

La vinculación entre la educación con el trabajo no debería estar solamente presente en la Educación Técnico Profesional. Todas las escuelas de nivel secundario deberían incluir la formación para el trabajo, sencillamente porque debemos construir condiciones de acceso al trabajo para todos, aún con las especificidades de los diferentes entornos pedagógicos y laborales.

Otro aspecto es el aprendizaje permanente. Tal como lo señala la OIT es clave para que las personas tengan éxito en las sociedades marcadas por megatendencias como el aumento de la esperanza de vida, los cambios tecnológicos, ambientales o cisnes negros como las pandemias. En un mundo incierto, el aprendizaje permanente ayuda a las personas a adaptarse y volverse resilientes.

Es indispensable el despliegue de un plan estratégico integral que revalorice la formación profesional.

Uno de los aspectos centrales de este propósito es la generalización de los procedimientos de reconocimiento y acreditación de la competencia profesional de la población activa, en particular de las personas expulsadas del mercado laboral, así como el permanente apoyo a éstos con planes flexibles, que complementen las competencias acreditadas. Todo, en el marco de un ecosistema colaborativo, especializado, y actualizado.

Al final del camino, el único antídoto frente a toda incertidumbre es mejorar nuestra preparación y estar dispuestos a aprender. La educación nunca es una certeza, pero sí una promesa cargada de dignidad.

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